La Sinagoga Mare (Gran Sinagoga) de Bucarest, tras su restauración
completa y su reapertura en julio de 2007.
Introducción
En
Rumanía, cuya población es de unos veintiún millones de habitantes, la
comunidad judía, antes numerosa, ha quedado reducida a alrededor de 14.000
individuos. La mayoría de éstos son judíos asquenazíes, pero en algunas de las
principales ciudades del país (Bucarest, Iași, Cluj, Oradea...) se encuentran
todavía pequeñas comunidades sefardíes: son reliquias del pasado, e incluso
muchos sefardíes rumanos han abandonado el judaísmo. La Federación de
Comunidades Judías (Federaţia Comunităţilor Evreieşti din România), con sede en
Bucarest, es el principal órgano de coordinación de las actividades de los
judíos rumanos y publica la revista mensual Realitatea
Evreiască (‘La Realidad Judía’) fundada en 1956 por el rabino Moses Rosen con el nombre de Revista Cultului Mozaic (‘Revista del
Culto Mosaico’).
Desde la
Edad Media, los judíos se asentaron en los principados de Valaquia (Țara Românească), Moldavia (Moldova) y Transilvania (Erdély, en húngaro;
Siebenbürgen, en alemán), que entre los siglos XV y XIX (hasta finales del
XVII, en el caso de Transilvania) fueron estados vasallos del Imperio otomano y
más tarde, tras diversas vicisitudes, se integraron en el Reino de Rumanía
(1881-1947), y sucesivamente en la República Popular Rumana (1947-1958), la
República Socialista de Rumanía (1958-1989) y la República de Rumanía actual.
Situadas en una zona de intersección de fronteras y limítrofe con reinos e
imperios poderosos, las tierras de aquellos principados fueron un área de
controversias y, al mismo tiempo, de confluencia cultural.
La evolución del Imperio otomano según un mapa diseñado por Ilya U. Topper.
(Fuente: www.mediterraneosur.es)
El
tratado de paz de Karlowitz entre Austria y Turquía sancionó en 1699
la anexión de Transilvania, como un principado autónomo, al Imperio austriaco
de los Habsburgo, y el Imperio otomano, por su parte, introdujo en Moldavia
(1711) y Valaquia (1716) el régimen
fanariota,
que se mantuvo hasta 1821 con voivodas griegos corruptos y fieles a los turcos
que incrementaron el control político y económico otomanos.
Violenta imagen del levantamiento popular de 1821 en Bucarest,
que puso fin al odiado régimen fanariota (grabado alemán de la época).
El
actual suelo rumano fue, durante mucho tiempo, campo de batalla en las
numerosas guerras que enfrentaron a los imperios austriaco y ruso desde 1710
hasta 1856, enfrentamientos que no sólo devastaron el territorio, sino que
produjeron amputaciones territoriales y no pocos desplazamientos de población.
El mosaico étnico de la Rumanía actual da fe de ello. Desde principios del
siglo XIX los principados rumanos (con la excepción ya mencionada de
Transilvania) se fueron distanciando del Imperio otomano
y se inició un proceso de identificación durante el cual la
población fue concienciándose de su pertenencia a una misma nación, hasta que en 1862 se
fundó la nación rumana moderna, se estableció su capitalidad en Bucarest y se inició la lucha por la independencia con el respaldo de Rusia.
Tropas rumanas cruzando el Danubio para ocupar la Dobruja en 1878,
durante la guerra ruso-turca (pintura de Henryk Dembitzky).
La Rumanía sefardí y la inmigración de los
asquenazíes
La
llegada a Valaquia de los primeros judíos sefardíes (del hebreo ספרדים [Yehudei Sfarad],
literalmente “los judíos de España”) está documentada por primera vez en 1496.
La migración de los judíos ibéricos a los Balcanes fue favorecida por el sultán
otomano Beyazid II, quien envió incluso buques de
su Armada para transportar desde las costas españolas a numerosos judíos
expulsados por los Reyes Católicos en 1492.
Alexandros Ypsilantis.
La
convivencia de las comunidades judías con los habitantes de las regiones
balcánicas ocupadas por los turcos fue siempre respetuosa e incluso, con frecuencia, valorada:
en 1818, por ejemplo, el príncipe Alexandros Ypsilantis (fanariota griego) nombró primer
hahambaşı (‘gran rabino’) de Valaquia
y Moldavia (con residencia en Iași) a Betalel Cohen, hijo del rabino Naftalí
Cohen, que había sido hombre de confianza del sultán Mustafa III. A partir
de 1834, los propios judíos fueron autorizados a elegir a sus rabinos,
aunque ya sin el título oficial de hahambaşı.
Los
sefardíes, sin embargo, empezaron a perder influencia a partir de finales del siglo XIX,
cuando comenzaron a llegar a Valaquia y Moldavia oleadas de asquenazíes (del
hebreo יהודי אשכנז [Yehudei Ashkenaz], literalmente “los judíos de Alemania”), de lengua yiddish, huyendo de las persecuciones de que eran objeto en Rusia y
Galitzia.
Puerta de la sinagoga de Gherla
(Szamosújvár), Transilvania.
(Fuente: Flickr Hive Mind)
Los judíos sefardíes están documentados por primera vez en tierras del Principado de Transilvania, concretamente en la ciudad de Alba Iulia (Gyulafehérvár, en húngaro; Carlsburg, en alemán), en 1591. La emigración de los
judíos a Transilvania continuó hasta el año 1848, cuando se
impusieron restricciones de residencia: el número de judíos censados en aquella
región histórica pasó de unos 2000 en 1766 a más de 30.000 en 1880. La ciudad
fronteriza de Timișoara (Temesvár, en húngaro; en alemán, Temeschburg) fue
colonizada por judíos sefardíes antes de la llegada de los asquenazíes. Las dos
sinagogas de la ciudad, la sefardí y la asquenazí, se construyeron en 1762.
Desde
principios del siglo XIX, el norte de Moldavia se convirtió en el centro
cultural y de la vida judía, sobre todo a causa de las migraciones de
asquenazíes desde Rusia: en 1803 sólo había 15.000 judíos en Moldavia, y en
1899 ya eran 197.000. En Valaquia, los judíos eran apenas 4000 en 1831, habían
aumentado hasta unos 9000 en 1859 y llegaron a ser 61.000 en 1899. Desde
finales del siglo hasta 1914 emigraron más de 75.000 judíos rumanos, sobre todo
a los Estados Unidos.
Familia de judíos rumanos establecida en Filadelfia (Pensilvania,
Estados Unidos) a finales del siglo XIX.
(Fuente: www.jewhishgen.org)
Estados Unidos) a finales del siglo XIX.
(Fuente: www.jewhishgen.org)
Fueron numerosos los judíos que rumanizaron sus apellidos: Avramescu, Isacescu, Iacobescu; Aroneanu,
Ocneanu, Podoleanu. O bien los adoptaron a partir de sus oficios:
Ciubotaru o Ciubotarul (‘zapatero’), Fieraru (‘herrero’), Pescaru (‘pescador’)…
Los apellidos específicos sefardíes muestran las raíces multiétnicas de éstos o
sus antiguas procedencias: Aftalion, Alcaly, Alfandari, Behar, Granini, Medina,
Mitani, Nahmias, Papo, Semo, etc., según hubieran llegado directamente de la
península Ibérica o a través de Italia, Grecia, Turquía y los países del norte
de África.
El ladino o judeoespañol se habló durante mucho tiempo en tierras de la actual Rumanía,
sobre todo en las ciudades portuarias del Danubio y en la Dobruja Meridional.
Localización de las principales comunidades sefardíes
en Moldavia y Valaquia a finales del siglo XIX.
en Moldavia y Valaquia a finales del siglo XIX.
(Fuente: Sephardic Studies)
El Holocausto y sus consecuencias
En el
verano de 1940 Rumanía sucumbió a la presión alemana, y luego Besarabia y la mitad septentrional de la Bucovina quedaron integradas en la Unión
Soviética; el norte de Transilvania pasó a Hungría, y el sur de Dobruja, a
Bulgaria. El antisemitismo se extendió por todo el país, primero tras la
proclamación del Estado Nacional Legionario (Statul Naţional-Legionar
Român), y especialmente tras la llegada al poder del dictador filonazi Ion Antonescu y la acción de la organización
ultranacionalista y antisemita Garda de Fier (‘Guardia de Hierro’).
La gran sinagoga sefardí de Bucarest (el Kahal Grande),
destruida por la Guardia de Hierro en enero de 1941.
Muchísimos
hogares de judíos fueron saqueados, sus tiendas incendiadas, numerosas
sinagogas profanadas; durante el pogromo de Bucarest de enero de 1941, dos de ellas
quedaron incluso arrasadas: el Kahal Grande, la gran sinagoga sefardí de
Bucarest, y la vieja bet ha-midrash (‘casa
de estudios). Algunos líderes de la comunidad bucarestina fueron encarcelados y
los fieles, expulsados de las sinagogas por la fuerza, torturados y asesinados.
Más de
264.000 judíos y gitanos perecieron en los campos de exterminio nazis durante
la segunda guerra mundial, víctimas del denominado Holocausto rumano. La mayoría de los
supervivientes huyeron luego de la Rumanía comunista y emigraron a Israel o los
Estados Unidos. Solamente unos 14.000 judíos, la mayoría mayores de sesenta
años, viven hoy en Rumania.
Albert
Lázaro-Tinaut
[Este texto está basado en varias
fuentes, pero sobre todo en el artículo (sin firma) “Sephardic Jewish community
in Romania”, publicado en Sephardic
Studies, del Stroum Center for Jewish Studies de la Universidad de
Washington y reproducido en el boletín eSefarad
el 2 de enero de 2016.]
SEPUEDE RASTREAR A LA FAMILIA UNGAR EN ESOS ANTECEDENTES
ResponderEliminarmis abuelos paternos eran de Sighet o alrededores,mi abuela se llamo lilian o Leah Stein de Friedman, fallecio en la decada del 1930. mi abuelo se llamo Ignats Friedman,no se cuantos hijos tuvieron, conocia a Iosef Friedman que emigro con 4 hijos, 3 varones y una hija a Panamá. su esposa se llamaba Matild, ellos hablaban yiddish.Mi padre mas joven se llamo Jack Friedman, vivio muchos años en Panama, pero fallecio en USA, Miamai Florida hacen como30 años. habara algun pariente Friedman o Stein aun en Rumania?
ResponderEliminarResido en Panama, tengo73 años soy trabajador social jubilado.
ResponderEliminarMi abuelo materno nació a principios del 1900 en Rumania, región de Bessaravia, o Transilvania. Sus padres fueron Jose Fishman (Fichman) y Sara Ulanovsky (Ulanosky). Quiero poder saber si es posible obtener más información sobre mi familia y de él.
ResponderEliminarHola quien eres?
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