La céntrica plaza Emin Eunu de Constantinopla, representada
en una tarjeta postal de principios del siglo XX.
en una tarjeta postal de principios del siglo XX.
La música turca
es, al igual que la árabe y la persa, uno de los principales “dialectos” del
lenguaje musical propio de los países musulmanes. De hecho, deberíamos hablar
en plural, de músicas turcas, ya que incluyen diversos elementos que han ido
surgiendo a lo largo de los siglos para configurar el conjunto de la cultura
musical popular del Asia Menor; elementos procedentes de otros pueblos del
antiguo Imperio otomano (1299-1923), que van desde la música persa hasta
influencias balcánicas, o que son herencia del aún más antiguo Imperio
bizantino.
Estambul (las antiguas Bizancio y Constantinopla) puede
considerarse, en cierto modo, la síntesis de esa diversidad. Puesto que el
Imperio otomano se extendía por los territorios de treinta y cinco estados
actuales, y que en Constantinopla, su capital, había gentes procedentes de
todos ellos, es evidente que éstas dejaron huellas de sus culturas en la
ciudad. Hoy en día las cosas no han cambiado mucho, pues Estanbul continúa
siendo tan cosmopolita como antes, y quienes llegan a ella actualmente proceden
de todos los rincones de Turquía, pero también de los Balcanes, el Cáucaso, el
Asia central turcófona y el Próximo Oriente.
El grupo musical
contemporáneo Orhan Kılıç,
divulgador de la música tradicional turca.
divulgador de la música tradicional turca.
Así pues, la música tradicional turca recibe constantemente numerosas influencias
culturales que se superponen a las islámicas más ancestrales y a las propias de
Anatolia, y entre ellas no faltan, por supuesto, las modernas aportaciones de la música Europea. Los estilos
musicales que se escuchan, por consiguiente, son bastante eclécticos.
Haciendo sonar el davul
en una fiesta popular.
en una fiesta popular.
(Foto © Delikizinyeri / Resimyükle)
La música
popular tradicional (Türk halk müziği),
menospreciada e ignorada durante siglos, ha sido recuperada por musicólogos y folkloristas. Representa la esencia de tradición nacional, es
de origen asiático y no conserva elementos de la antigua Grecia. En ella encontramos
una parte profana, que aún hoy suele interpretarse al aire libre con
instrumentos ruidosos, en unos casos el davul y en otros, la zurna, y otra religiosa. Algunos juglares, por su
parte, interpretan la música con instrumentos de cuerda pinzada. La mayor parte
de estos instrumentos, como veremos más adelante, se usaba en el antiguo
Imperio otomano.
La música
profana encuentra su más alta expresión en las bodas, ceremonias que pueden
llegar a durar hasta una semana... La música religiosa, en cambio, es más
discreta y queda relagada, sobre todo, a algunas cofradías sufíes.
Imagen de la celebración
de una boda tradicional turca.
(Fuente: Le tour du monde en 80 mariages)
de una boda tradicional turca.
(Fuente: Le tour du monde en 80 mariages)
La música
clásica otomana, sobre la que nos detendremos más, y que también es muy
específica, se diferencia claramente de la música clásica árabe. Sus
compositores, procedentes de
nacionalidades muy distintas (turcos, griegos, armenios, persas, judíos,
zíngaros...), mezclaron en ella sus talentos. En nuestros días, este tipo de
música se asocia, sobre todo, a las festividades y a los encuentros familiares
más formales.
La danza
En Turquía son
muchos los tipos de danza tradicional que se conservan. Sería prolijo referirse
a todos ellos, más todavía en un artículo centrado en la música, por lo que, a
modo de ejemplo, hablaremos brevemente de las danzas más conocidas en las
regiones occidentales de la antigua Asia Menor.
Distribución de los distintos tipos de danza en Turquía.
En la Anatolia
occidental suelen ser características las danzas de hombres solos, y sus formas
cíclicas presentan figuras complejas. Los ciclos que las constituyen son
melódicos de nueve tiempos lentos, agrupados así: 3+2+2+2. Pueden ser también
más rápidos: 2+2+2+3. Estas danzas se denominan zeybek, y
en las bodas suelen estar coreografiadas por dos o cuatro hombres, incluso más,
que evolucionan en círculo y en sentido contrario al del sol.
Intérprete de danza zeybek.
(Fuente: Couleurs d'Istanbul)
(Fuente: Couleurs d'Istanbul)
En las regiones
de Esmirna, Aydin y en algunas zonas montañosas, es
frecuente que estas danzas sean interpretadas por grupos folklóricos
asociativos. Mustafa Kemal
Atatürk planeó incluso establecer una danza nacional basada en el zeybek para la Turquía republicana, de
la que es considerado fundador en 1923.
La danza zeybek se suele interpretar con
cierta teatralidad, pues de hecho está ritualizada. Los folkloristas turcos se
debaten entre dos teorías: una de ellas sostiene que su origen es centroasiático
y chamánico, y la otra que es una reminiscencia de un culto iniciático
apolíneo.
La música otomana
En el siglo
XVII, una época en que la cultura europea tuvo cierta influencia entre las
elites de Constantinopla, la música tradicional tendió a hacerse más lírica,
más sentimental, y empezó a popularizarse. Se la asociaba con una antigua forma
de poesía conocida como şarkı, cuyos
grandes temas eran el amor no compartido y la nostalgia de la persona amada. En
su versión musical (y bailada) se asimilaría a formas de la música clásica
turca como los makamiar (makam, en singular, unas gamas
específicas utilizadas para la improvisación, de origen árabe pero muy
arraigadas en Turquía), que podrían considerarse el concepto más importante de
la música otomana. Su tempo suele ser moderado, incluso lento.
Músicos turcos otomanos, según una ilustración de finales del siglo XIX.
Hay que
remontarse al siglo XIV para encontrar los inicios de la música otomana que
se puede considerar clásica o refinada. Sus compositores contaban con la
protección y la generosidad de los sultanes, que la convirtieron en la música
oficial de la corte. Algunos de estos sultanes, como Selim
III, además de melómano fue un notable compositor.
El sultán Selim III (1755-1825).
Las influencias
de la música clásica otomana son muy diversas, al igual que las de la música
popular: bizantina, turca, árabe, persa, armenia e incluso zíngara. Esta
variedad de inspiraciones hizo que los otomanos fueran los primeros en utilizar
una notación musical sistemática en el mundo musulmán. Según algunos
musicólogos, habría que buscar los orígenes de la música otomana en la época del
Imperio selyúcida
(entre los siglos XI y XIII), aunque su refinamiento tendría lugar más tarde en
las grandes ciudades, sobre todo en Constantinopla, de donde le vendría esa
condición elitista. Mientras tanto habría evolucionado de algún modo a través
de la música popular anatolia relacionada con el ámbito religioso y militar (de
ésta procedería la mehter takımı, la
música marcial otomana).
Grupo militar otomano de elite
interpretando música mehter takımı.
La música
clásica otomana –que desde la caída del Imperio, y por
influencia occidental, se conoce como Türk sanat müziği
(‘Arte musical turco’)– adquiriría múltiples facetas: además de producir la
mencionada música militar, influiría en la de las de los mevlevís (las órdenes
sufíes: su manifestación más conocida es la danza de los derviches giradores,
que se han convertido incluso en una atracción turística; los mevlevís, sin
embargo, habían desempeñado siempre un papel muy importante, desde sus
monasterios, en la educación musical y el desarrollo de la música, creando una
tradición vigente aún hoy) y en las composiciones de la academia del Enderun, donde se
educaba la aristocracia otomana.
Derviches
mevlevís
(fotografía de 1887).
Durante el siglo XVI se
desarrolló, además, entre las elites otomanas la denominada “música ney”, que
tuvo su auge al ser promovida por los sultanes mediante academias
especializadas; influyeron en ella los ritmos de los mevlevís quienes,
en sus ceremonias religiosas, solían utilizar el ney (una especie de flauta) como
instrumento principal, acompañado a veces por el bendir (pequeño tambor parecido a una
pandereta).
Una de las
características de la música clásica turca –a la que estaría muy vinculada la literatura
divan– es la
improvisación de un solo, ya sea vocal o instrumental, cuya interpretación
empieza por frases breves en una de las numerosas gamas de los makamiar. Luego el intérprete va
desarrollando el tema. Muchos de los makamiar
más relevantes fueron compuestos en el siglo XVIII por el bey Ismail Hakki, que
también fue un eminente musicólogo; otros, modernamente, por Kudsi Erguner (n. en
1952), lo que demuestra la vigencia del clasicismo otomano.
Es importante destacar,
en la música otomana, el papel de la mujer, pues las mujeres (sobre todo las de
los harenes) solían ser muy a menudo las intérpretes de algunos instrumentos.
Fue precisamente una mujer, Leyla
Saz, quien creó en la segunda mitad del siglo XIX la primera orquesta de
tipo occidental en la corte otomana, formada por sesenta mujeres del harén de
palacio. Desde entonces proliferaron las formaciones musicales femeninas en
otros ámbitos.
Grupo musical femenino de la corte de Constantinopla
(finales del siglo XIX).
(finales del siglo XIX).
Se considera que
los compositores más notables de la música clásica otomana son, además de los ya mencionados, los griegos Zakharia Khanendeh (más
conocido por su nombre turco: Housseyni Agir Semai) y Petros Peloponnesios, el
príncipe Demetrie
Cantemir de Moldavia (Dimitri Kantemiroğlu en turco, creador de un nuevo
sistema de notación), el judío sefardí Isaac Fresco Romano (conocido en Turquía
como Tamburi Isak) y el discípulo de éste al que ya se ha aludido, el sultán
Selim III.
Ali Ufki Beg según
un grabado del siglo XVII.
No cabe duda de que los
otomanos supieron apropiarse de las técnicas de la música bizantina, inspirada
en la Iglesia ortodoxa y en la teología de los Padres de la Iglesia, que
empleaban las gamas musicales del oriente mediterráneo para acompañar el canto
de sus textos bíblicos. También tomaron lo mejor de la música árabe de corte
clásico (no tanto de la tradicional, aunque también), sobre todo la de los
árabes abásidas. La heterogeneidad de las clases sociales que componían el
Imperio hizo que llegaran otras influencias, incluso occidentales. Uno de los compositores otomanos más
notables fue un polaco hecho prisionero en 1633, que cambió su nombre (Wojciech
Bobowski, 1603-1675) por el de Ali Ufki Beg: en sus composiciones utilizaba la
antigua notación occidental, y a él se debe una de las piezas más famosas
(interpretada aún hoy) de la música de aquella época: Mecmua'dan Saz ve Söz.
La música clásica
otomana se divide, musicológicamente, en cuatro ramas: la mehterana, empleada
en las fanfarrias de la música militar; la mevleviana, de inspiración religiosa
sufí; la que podríamos denominar enderuniana, más relacionada con las elites y
la aristocracia del Imperio, que se enseñaba en el Enderun (la escuela musical
de la corte); y la meshjana, minoritaria, pues era practicada sobre todo por
los alumnos de las escuelas privadas de música según el criterio de cada
maestro.
Instrumentos característicos de la música clásica otomana.
(Fuente: Ampli, 2013)
Los
instrumentos
Los instrumentos más
habituales de la música otomana eran el ud (laúd árabe), el kanun (una especie
de cítara), el ney (un instrumento muy antiguo, que ya se usaba en el antiguo Egipto,
precursor de la flauta moderna), el tambur (un clásico instrumento de cuerda
turco), el santur (instrumento de cuerda percutida de origen zíngaro, algo
parecido al címbalo o dulcémele), la kemença (o kemanche, instrumento persa de
cuerda frotada), el çeng (arpa turca) y el saz (y más particularmente la bağlama, otro antiguo instrumento de la
familia de los laúdes).
Intérprete de kanun (ilustración de 1859).
Para la interpretación de las
fanfarrias militares (que también se consideraban parte del arte musical turco),
los jenízaros usaban,
entre otros, el zurna (instrumento de viento de la familia de los
oboes) y diversos tipos de címbalo.
En nuestros días, la
globalización ha introducido en Turquía, como prácticamente en todo el mundo,
las modas occidentales. La música turca, tradicional o clásica, mantiene sin
embargo un lugar privilegiado en las preferencias de la mayoría de la
población.
Artículo
elaborado por Albert Lázaro-Tinaut a partir de
bibliografía
diversa, entre la que destaca el artículo de Mario Scolas “Les musiques en
Turquie” (en Last night in Orient, 25
de diciembre de 2007).
Clic sobre las imágenes para ampliarlas.
Gracias amigo Albert por tu post cultural...
ResponderEliminarMe gusta leer tus post.
La música es bálsamo para el alma del mundo.
Besos y feliz fin de semana.
MA.
El blog de MA.
Gracias por tu amable comentario, MA.
EliminarEs impresionante observar como la música ha estado siempre presente en la vida del ser humano y como la propia música se hace mas rica en melodías y sonidos mientras más ecléctica es una sociedad musicalmente.
ResponderEliminarun fuerte abrazo y muchas gracias por compartir tus geniales artìculos.
fus
Muchas gracias por tu comentario, fus. Es muy cierto lo que dices sobre la riqueza que produce el eclecticismo en la música y en otras artes. Lo mismo ocurre con las aportaciones de personas de otras culturas: en una ciudad tan cosmopolita en ese sentido como Barcelona, la multitud y variedad de persones que han llegado de otros lugares (de España y del extranjero) supone un enriquecimiento cultural del que me he beneficiado mucho. Lástima que la ignorancia de los xenófobos no les permita entenderlo.
EliminarUn abrazo también para ti, y mi agraceimiento una vez más por seguir tan fielmente lo que publico.
Albert
fantastico articulo!
ResponderEliminarexcelente
ResponderEliminarturkito57@hotmail.com