El
Teatro de Oulu, ciudad del noroeste de Finlandia, a orillas del mar
Báltico, está situado
en la isla de Vänmanninsaari, en el estuario del
río Oulu. El edificio, inaugurado
en 1972, fue diseñado por los
arquitectos Marjatta y Martti Jaatinen.
(Foto © Calum Davidson, 2006)
Por Alfonso Padilla
[La primera parte de este artículo se publicó en IMPEDIMENTA el pasado 22 de octubre. Entre corchetes, en cursiva y en un cuerpo de letra menor, se han añadido algunos datos que no aparecen en el artículo original. Las notas tampoco aparecen en el texto original. Los nombres de algunos autores se enlazan mediante hipervínculos a páginas en español o inglés, donde se puede obtener más información sobre ellos.]
Nacimiento de la ópera nacional
La ópera nacional finlandesa –por la temática y por el desarrollo del género mismo– comienza con Juha (1922, estrenada tan sólo en 1963), de Aarre Merikanto (1893-1958) [1] y Pohjalaisia (‘Nórdicos’, 1923), de Leevi Madetoja (1887-1947). Juha es la obra más importante de Merikanto, en la cual, según algunos estudiosos, se nota la influencia de Janáček y de Strauss. Pohjalaisia fue la primera ópera finlandesa que tuvo cierta repercusión internacional, pues se presentó en Kiel (1926), Estocolmo (1927), Gotemburgo (1930), en la radio de Berlín (1931) y en Copenhague (1932). Es, además, una de las óperas más ejecutadas en Finlandia. Hasta 1930 había conocido sesenta presentaciones y su popularidad se mantiene hasta ahora, debido, quizás, a que su material musical se basa en gran medida en canciones y géneros folklóricos.
antes de su fallecimiento.
(Fuente: classical.net)
Entre Pohjalaisia de Madetoja y el término de la segunda guerra mundial, en Finlandia se compusieron veintitrés óperas más; excepto Juha (1934), también de Madetoja, ninguna ha trascendido mayormente. Desde mediados de la década de 1940 y en la de 1950 es Tauno Pylkkänen (1918-1980) el compositor más prolífico en el campo de la ópera: compuso nueve, de las cuales Mare ja hänen poikansa (‘Mare y su hijo’, 1943) y Tuntematon solilas (‘El soldado desconocido’, 1967) son las más importantes. Sus obras, de corte neorromántico, fueron bien recibidas por la crítica y el público, pero no tuvieron el valor musical suficiente como para haber traspasado los límites de tiempo y espacio. Hoy son obras en gran medida olvidadas, al igual que las de Tauno Marttinen (1912-[2008]), el más importante compositor finlandés de ópera de la década de 1960.
Estilísticamente, Marttinen comenzó como neorromántico, pero poco a poco fue modernizando su lenguaje hasta hacerlo casi atonal. Para sus libretos utilizó textos de conocidos escritores como Gógol, Balzac y Chéjov y de finlandeses como Aleksis Kivi y Maiju Lassila [1868-1918], y de la escritora modernista Eva-Liisa Manner [1921-1995]. Marttinen compuso una quincena de óperas, entre las que destaca Poltettu oranssi (‘La naranja quemada’, 1968), con libreto surrealista de Manner.
Escena de la representación de Aida, de Verdi, en la edición de 2007
del Festival de Savonlinna.
(Fuente: squidoo.com)
Finlandia: la tierra prometida de la ópera moderna
Muchos han sostenido –entre ellos el famoso compositor polaco Witold Lutosławski [1913-1994] en su visita a Helsinki en marzo de 1993– que Finlandia es la tierra prometida de la ópera. Esta afirmación no parece exagerada si se toma en cuenta, por una parte, la cantidad enorme de representaciones operísticas en un país de sólo cinco millones de habitantes y, por otra, y esto es lo más sorprendente, la enorme cantidad de óperas nuevas que se estrenan continuamente. En Finlandia se componen anualmente entre seis y doce óperas, una o dos para la Ópera Nacional, varias para óperas de provincias, de cámara, para niños y para la televisión o la radio. Por ejemplo, en 1974 se compusieron siete óperas, cifra enorme si se piensa que en países como Italia, Francia o Inglaterra –cada uno de ellos once veces más numerosos en población y con tradición operística de muchos siglos– no llegan a cifras tan altas.
La ópera finlandesa vivió un período de auge en la década de 1930, en la cual se compusieron catorce nuevas obras. En las tres décadas siguientes, en cambio, se compuso como promedio una nueva ópera por año. A mediados de la década de 1970 comenzó un nuevo boom del género. Ratsumies (‘El jinete’, 1974, estreno 1975) de Aulis Sallinen (1935), con libreto del poeta finlandés Paavo Haavikko [1931-2008], y Viimeiset kiusaukset (‘Las últimas tentaciones’, 1975) de Joonas Kokkonen (1921-[1996]) dieron comienzo a una etapa renovada del arte operístico, que tiene también alcance internacional. Sallinen, Kokkonen, Einojuhani Rautavaara y otros compositores fineses han logrado presentar sus obras en algunas de las óperas más importantes del mundo, como el Metropolitan de Nueva York, las de Los Angeles, Kiel, Hamburgo, Berlín, Covent Garden Royal Opera de Londres, Moscú, ex Leningrado [hoy, San Petersburgo], Zúrich, Varsovia, Copenhague y Estocolmo, entre otros lugares.
Aulis Sallinen.
(Foto © Soppakanuuna, 2009)
Las dos primeras óperas de Sallinen, El jinete y la siguiente, Punainen viiva (‘La línea roja’, 1978) están basadas en hechos históricos de este país. La primera cuenta una historia de amor situada en la Edad Media y la segunda trata de los comienzos del siglo XX. Kuningas lähtee Ranskaan (‘El rey parte para Francia’, 1983), hecho ficticio que ocurre en Inglaterra y Francia, es una alegoría al eterno caminar del hombre en pos de la primavera. En Kullervo (1992) Aulis Sallinen toma uno de los temas centrales de la mitología finlandesa [2]. En 1995 estrenó la ópera Palatsi (‘Palacio’).
Aunque Joonas Kokkonen ha compuesto sólo una ópera, Las últimas tentaciones es una de las más presentadas en Finlandia. La trama, situada en 1852, trata de un predicador religioso moribundo, que sueña o se imagina episodios pasados de su vida en que participa su primera esposa, fallecida ya hace mucho tiempo. La ópera combina elementos históricos-naturalistas con otros surrealistas en un estilo musical de rigurosa construcción.
Einojuhani Rautavaara (1928), uno de los compositores centrales de Finlandia, tiene a su haber una importante producción músico-teatral, desde Kaivos (‘La mina’, 1963), la primera ópera dodecafónica compuesta en este país, hasta Auringon talo (‘La casa del Sol’, 1991), pasando por Thomas (1985), Vincent (1989) y otras óperas. [3]
Paavo Heininen (1938) es el más importante compositor finés de la generación nacida en la década de 1930. Sus dos óperas, Silkkirumpu (‘El tambor de seda’, 1983, libreto de Eeva-Liisa Manner sobre un tema japonés) y Veitsi (‘El cuchillo’, 1889-1990, libreto de Veijo Meri), ambas de factura muy moderna y que plantean altas exigencias tanto a los intérpretes como a los espectadores, ocupan un lugar destacado en la producción operística actual no sólo de Finlandia, sino contemporánea en general.
Erik Bergman.
(Fuente: Chr. Morgenstern.de)
Después de permanecer al margen del teatro musical, Erik Bergman (1911-[2006]) –introductor de la música contemporánea en la vida musical de Finlandia–, se decidió finalmente por su propia ópera, Det sjungande trädet (‘El árbol cantor’ [título en sueco], 1986-1988, libretto de Bo Carpelan), que constituye una especie de resumen de toda su obra musical, caracterizada por la utilización de una rica paleta de colores sonoros, sean instrumentales o vocales.
Algunos compositores como Jorma Panula (1930), Ilkka Kuusisto (1933), Pekka Jalkanen (1945), Atso Almila (1953) y Jukka Linkola (1955) han compuesto óperas en un estilo más popular. Linkola, proveniente del jazz, ha hecho mucha música para ballet, teatro y teatro musical.
Los compositores jóvenes miran hacia el teatro musical
A diferencia de la vanguardia musical europea de la década de 1950, los jóvenes compositores finlandeses se han sentido atraídos por el teatro musical, en general, y la ópera en particular. Kalevi Aho (1949) compuso en 1978 una exitosa ópera de cámara, Avain (‘La llave’, libreto del compositor basado en la obra de Juha Mannerkorpi [dramaturgo y novelista, 1915-1980]), para barítono y orquesta de cámara, que ha sido montada en otros países por compañías no finlandesas. Olli Kortekangas (1955) ha compuesto dos breves óperas, Short Story (1980) y Grand Hotel (1985, libreto de Arto Melleri [poeta y dramaturgo, 1956-2005]) y Harri Vuori (1957) una de cámara, Kuin linnun jalanjäljet taivaalla (‘Como las huellas de los pájaros en el cielo’, 1983), basada en un texto zen budista. Pekka Jalkanen y Atso Almila, compositores que escriben en estilo tonal utilizando elementos provenientes de la música popular y de la tradicional de diversas culturas, han compuesto óperas cómicas y, en el caso del primero, también pata niños. Rautavaara compuso también una ópera para niños, Marjatta matala neiti (‘María, la señorita bajita’, 1975), mientras que Timo-Juhani Kyllönen (1955) es autor de otra ópera infantil, Kuninkaiden kirja (‘El Libro de los Reyes’, 1992, con libreto de Martiza Núñez).
La ópera finlandesa tiene hoy un rostro multifacético. Junto a las que exigen un gran elenco y montaje, varios compositores han creado óperas para compañías de provincias, estilísticamente también más asequibles al gran público. La ópera de cámara, incluso de no más de media hora de duración, ha sido muy cultivada. Los compositores no han olvidado al público infantil ni a los que no asisten al teatro, pero sí siguen una presentación de teatro musical en las pantallas de televisión, o bien por la radio. El gran apoyo del poder público –Estado y municipios– a la vida musical de este país, a través de estipendios, encargos, subvenciones, etc., permite que un género que exige de un largo tiempo de creación y producción y de tantos recursos humanos y materiales pueda florecer con la fuerza y el nivel de la ópera finlandesa moderna.
Breve postfacio necesario
Por Albert Lázaro-Tinaut
Este texto, escrito en 1993, aunque publicado al cabo de tres años, no puede tener en cuenta, evidentemente, a compositores que empezaron a sobrasalir más tarde, entre los cuales es imprescindible citar a Kaija Saariaho (Helsinki, 1952), formada en la Academia Sibelius de Helsinki, en Friburgo y en París, donde reside. En la capital francesa, y concretamente en el Instituto de Investigación y de Coordinación Acústico-Musical, para el que trabaja, Kaija Saariaho ha creado las primeras óperas utilizando, además de los instrumentos tradicionales, los electrónicos: L’Amour de loin, compuesta para el Festival de Salzburgo de 2000, con libreto del eminente escritor franco-libanés Amin Maalouf, inspirada en la vida del trovador Jaufré Rudel (aquí se puede ver y escuchar la “Escena del peregrino” de esta obra); Adriana Mater, dedicada a su madre y compuesta en 2006 para la Ópera Nacional de París, también con libreto de Amin Maalouf; y Émilie, escrita en 2010 para la Ópera de Lyon, de nuevo con libreto de Maalouf, basada en la personalidad de la marquesa Émilie du Chatelet, matemática y física del siglo XVIII, que fue, además, amante de Voltaire.
Kaija-Saariaho.
(Foto © Sarah Wijzenbeek)
Compositora estraordinariamente prolífica, Kaija Saariaho ha cosechado en pocos años grandes éxitos internacionales y ha sido galardonada con numerosos premios en varios países. Maritza Núñez le dedica el artículo “Kaija Saariaho. Cosmos y poesía o las reflexiones del Señor Almaar” en Musica borealis (páginas 9-16), el libro del que IMPEDIMENTA ha extraído el texto de Alfonso Padilla que ha ofrecido en dos entregas (véase la referencia bibliográfica al pie de la primera).
[1] Aquí puede verse y oírse la escena final de Juha, en la presentación de esta ópera que se hizo en el Festival de Savonlinna de 2002.
[2] Kullervo es un desdichado personaje de la epopeya nacional finesa Kalevala. Para más datos véase esta ampliación. Aquí se puede escuchar la escena segunda del acto primero de la ópera de Sallinen.
[3] Las óperas Vincent y Thomas se pueden descargar en formato MP3 a través de este enlace y este otro, respectivamente.
La ópera finlandesa vivió un período de auge en la década de 1930, en la cual se compusieron catorce nuevas obras. En las tres décadas siguientes, en cambio, se compuso como promedio una nueva ópera por año. A mediados de la década de 1970 comenzó un nuevo boom del género. Ratsumies (‘El jinete’, 1974, estreno 1975) de Aulis Sallinen (1935), con libreto del poeta finlandés Paavo Haavikko [1931-2008], y Viimeiset kiusaukset (‘Las últimas tentaciones’, 1975) de Joonas Kokkonen (1921-[1996]) dieron comienzo a una etapa renovada del arte operístico, que tiene también alcance internacional. Sallinen, Kokkonen, Einojuhani Rautavaara y otros compositores fineses han logrado presentar sus obras en algunas de las óperas más importantes del mundo, como el Metropolitan de Nueva York, las de Los Angeles, Kiel, Hamburgo, Berlín, Covent Garden Royal Opera de Londres, Moscú, ex Leningrado [hoy, San Petersburgo], Zúrich, Varsovia, Copenhague y Estocolmo, entre otros lugares.
Aulis Sallinen.
(Foto © Soppakanuuna, 2009)
Las dos primeras óperas de Sallinen, El jinete y la siguiente, Punainen viiva (‘La línea roja’, 1978) están basadas en hechos históricos de este país. La primera cuenta una historia de amor situada en la Edad Media y la segunda trata de los comienzos del siglo XX. Kuningas lähtee Ranskaan (‘El rey parte para Francia’, 1983), hecho ficticio que ocurre en Inglaterra y Francia, es una alegoría al eterno caminar del hombre en pos de la primavera. En Kullervo (1992) Aulis Sallinen toma uno de los temas centrales de la mitología finlandesa [2]. En 1995 estrenó la ópera Palatsi (‘Palacio’).
Aunque Joonas Kokkonen ha compuesto sólo una ópera, Las últimas tentaciones es una de las más presentadas en Finlandia. La trama, situada en 1852, trata de un predicador religioso moribundo, que sueña o se imagina episodios pasados de su vida en que participa su primera esposa, fallecida ya hace mucho tiempo. La ópera combina elementos históricos-naturalistas con otros surrealistas en un estilo musical de rigurosa construcción.
Einojuhani Rautavaara.
(Fuente: elisanet.fi)
Einojuhani Rautavaara (1928), uno de los compositores centrales de Finlandia, tiene a su haber una importante producción músico-teatral, desde Kaivos (‘La mina’, 1963), la primera ópera dodecafónica compuesta en este país, hasta Auringon talo (‘La casa del Sol’, 1991), pasando por Thomas (1985), Vincent (1989) y otras óperas. [3]
Paavo Heininen (1938) es el más importante compositor finés de la generación nacida en la década de 1930. Sus dos óperas, Silkkirumpu (‘El tambor de seda’, 1983, libreto de Eeva-Liisa Manner sobre un tema japonés) y Veitsi (‘El cuchillo’, 1889-1990, libreto de Veijo Meri), ambas de factura muy moderna y que plantean altas exigencias tanto a los intérpretes como a los espectadores, ocupan un lugar destacado en la producción operística actual no sólo de Finlandia, sino contemporánea en general.
Erik Bergman.
(Fuente: Chr. Morgenstern.de)
Después de permanecer al margen del teatro musical, Erik Bergman (1911-[2006]) –introductor de la música contemporánea en la vida musical de Finlandia–, se decidió finalmente por su propia ópera, Det sjungande trädet (‘El árbol cantor’ [título en sueco], 1986-1988, libretto de Bo Carpelan), que constituye una especie de resumen de toda su obra musical, caracterizada por la utilización de una rica paleta de colores sonoros, sean instrumentales o vocales.
Algunos compositores como Jorma Panula (1930), Ilkka Kuusisto (1933), Pekka Jalkanen (1945), Atso Almila (1953) y Jukka Linkola (1955) han compuesto óperas en un estilo más popular. Linkola, proveniente del jazz, ha hecho mucha música para ballet, teatro y teatro musical.
Cubierta del CD
de la ópera Silkkirumpu, de Paavo Heininen, dirigida
por Ulf Söderblom, editado por la Ópera Nacional de Finlandia.
(Fuente: freecodesource.com)
Los compositores jóvenes miran hacia el teatro musical
A diferencia de la vanguardia musical europea de la década de 1950, los jóvenes compositores finlandeses se han sentido atraídos por el teatro musical, en general, y la ópera en particular. Kalevi Aho (1949) compuso en 1978 una exitosa ópera de cámara, Avain (‘La llave’, libreto del compositor basado en la obra de Juha Mannerkorpi [dramaturgo y novelista, 1915-1980]), para barítono y orquesta de cámara, que ha sido montada en otros países por compañías no finlandesas. Olli Kortekangas (1955) ha compuesto dos breves óperas, Short Story (1980) y Grand Hotel (1985, libreto de Arto Melleri [poeta y dramaturgo, 1956-2005]) y Harri Vuori (1957) una de cámara, Kuin linnun jalanjäljet taivaalla (‘Como las huellas de los pájaros en el cielo’, 1983), basada en un texto zen budista. Pekka Jalkanen y Atso Almila, compositores que escriben en estilo tonal utilizando elementos provenientes de la música popular y de la tradicional de diversas culturas, han compuesto óperas cómicas y, en el caso del primero, también pata niños. Rautavaara compuso también una ópera para niños, Marjatta matala neiti (‘María, la señorita bajita’, 1975), mientras que Timo-Juhani Kyllönen (1955) es autor de otra ópera infantil, Kuninkaiden kirja (‘El Libro de los Reyes’, 1992, con libreto de Martiza Núñez).
Harri Vuori.
(Fuente: Toccata Classica)
(Fuente: Toccata Classica)
La ópera finlandesa tiene hoy un rostro multifacético. Junto a las que exigen un gran elenco y montaje, varios compositores han creado óperas para compañías de provincias, estilísticamente también más asequibles al gran público. La ópera de cámara, incluso de no más de media hora de duración, ha sido muy cultivada. Los compositores no han olvidado al público infantil ni a los que no asisten al teatro, pero sí siguen una presentación de teatro musical en las pantallas de televisión, o bien por la radio. El gran apoyo del poder público –Estado y municipios– a la vida musical de este país, a través de estipendios, encargos, subvenciones, etc., permite que un género que exige de un largo tiempo de creación y producción y de tantos recursos humanos y materiales pueda florecer con la fuerza y el nivel de la ópera finlandesa moderna.
Sello emitido
por el servicio postal de Finlandia en homenaje
a Armas Järnefelt
(1869-1958), con motivo del centenario de su nacimiento
en Viipuri.
Järnefelt dirigió la Ópera Nacional de Finlandia entre 1932 y 1936.
Breve postfacio necesario
Por Albert Lázaro-Tinaut
Este texto, escrito en 1993, aunque publicado al cabo de tres años, no puede tener en cuenta, evidentemente, a compositores que empezaron a sobrasalir más tarde, entre los cuales es imprescindible citar a Kaija Saariaho (Helsinki, 1952), formada en la Academia Sibelius de Helsinki, en Friburgo y en París, donde reside. En la capital francesa, y concretamente en el Instituto de Investigación y de Coordinación Acústico-Musical, para el que trabaja, Kaija Saariaho ha creado las primeras óperas utilizando, además de los instrumentos tradicionales, los electrónicos: L’Amour de loin, compuesta para el Festival de Salzburgo de 2000, con libreto del eminente escritor franco-libanés Amin Maalouf, inspirada en la vida del trovador Jaufré Rudel (aquí se puede ver y escuchar la “Escena del peregrino” de esta obra); Adriana Mater, dedicada a su madre y compuesta en 2006 para la Ópera Nacional de París, también con libreto de Amin Maalouf; y Émilie, escrita en 2010 para la Ópera de Lyon, de nuevo con libreto de Maalouf, basada en la personalidad de la marquesa Émilie du Chatelet, matemática y física del siglo XVIII, que fue, además, amante de Voltaire.
Kaija-Saariaho.
(Foto © Sarah Wijzenbeek)
Compositora estraordinariamente prolífica, Kaija Saariaho ha cosechado en pocos años grandes éxitos internacionales y ha sido galardonada con numerosos premios en varios países. Maritza Núñez le dedica el artículo “Kaija Saariaho. Cosmos y poesía o las reflexiones del Señor Almaar” en Musica borealis (páginas 9-16), el libro del que IMPEDIMENTA ha extraído el texto de Alfonso Padilla que ha ofrecido en dos entregas (véase la referencia bibliográfica al pie de la primera).
[1] Aquí puede verse y oírse la escena final de Juha, en la presentación de esta ópera que se hizo en el Festival de Savonlinna de 2002.
[2] Kullervo es un desdichado personaje de la epopeya nacional finesa Kalevala. Para más datos véase esta ampliación. Aquí se puede escuchar la escena segunda del acto primero de la ópera de Sallinen.
[3] Las óperas Vincent y Thomas se pueden descargar en formato MP3 a través de este enlace y este otro, respectivamente.
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Por alguna razón técnica que no sé resolver, muchas personas no consiguen acceder a la pestaña de los comentarios de IMPEDIMENTA y eso les imposibilita dejarlos; suelen enviármelos por correo electrónico. Quienes deseéis participar en el debate y utilizar este método, sabed que estaré encantado de colgar aquí vuestras opiniones.
ResponderEliminarEs lo que me pide Verónica, que escribe lo siguiente:
Albert, sólo quería comentarte que conocía la obra de Marttinen y siempre me pregunté -igual es una tontería- como un compositor puede comenzar como neorromántico y acabar sus obras con ese estilo casi atonal como tú bien defines. En la pintura, por ejemplo, un pintor tiene etapas o se dedica a una serie de estilo distinto a lo que le es habitual, entonces, si le gusta, la mantiene o la olvida. Pero esos cambios radicales de influencias y estilos siempre me han resultado extraños cuando se hacen a conciencia, queriendo cambiar como a la fuerza quiero decir... porque no son un avance de técnica, porque esa se añade a lo que se sabe, son como un avance temporal o de moda y, esos cambios no suelen ser de progreso, valen como experimento y nada más. Que no quiero decir que esté mal, evidentemente.
Mi respuesta a Verónica:
Gracias por haberme leído, Verónica. Te confieso que sigo con mucho interés la música finlandesa, que es una de las más fecundas de nuestros días. Mi preferido es Sallinen, del que tengo muchas grabaciones, y Kaija Saariaho fue todo un descubrimiento para mí cuando aquí nadie la conocía.
Es cierto lo que dices de Marttinen. Conozco bien la mentalidad nórdica europea, y con frecuencia lo que aquí nos sorprende es de lo más normal para ellos. Son gente muy creativa, muy experimentadora, por lo que no resulta extraño que evolucionen si encuentran un lenguaje nuevo que les gusta; quiero decir que no les avergüenza hacerlo, "cambiar de camisa expresiva", porque saben que serán comprendidos y no criticados por ello. Si acaso, su producción irá quedando algo relegada, pero jamás olvidada del todo. ¡Si supieras la cantidad de programas de radio dedicados a la música "seria" que hay en esos países! ¡Y las horas que le dedica la televisión! Lo mismo ocurre con el teatro, la música coral y la poesía. Aquel es otro mundo.
Albert
Solucionado el problema técnico. Se trata de que como Google Crome no cuajaba entre los usuarios de Google "normal", ahora no hay más remedio que usarlo si quieres dejar comentarios en algunos blogs en los que se te solicita el perfil.
ResponderEliminarInstalando este Google Crome puedo comentar.
Gracias por colgar el comentario, ojalá se abra un buen debate.
Un abrazo.
Me alegro de que lo hayas conseguido, Verónica. Gracias por tu perseverancia y por dar pistas a los demás para que puedan dejar aquí sus comentarios.
ResponderEliminarUn abrazo.
Albert me pregunto si los libretos de las operas finlandesas estàn escritos en finès, he recorrido parte de Finlandia y el idioma es muy indomable de hablar y entender, por este motivo creo que debe ser dificil para un compositor traspasar la frontera de su propio pais a pesar de que la mùsica sea un lenguaje universal.
ResponderEliminarComo siempre sorprendente tus entradas..
un fuerte saludo
fus
No tan difícil, Fus: como dices, la música es un lenguaje universal, que no tiene nada que ver con el idioma que hable el compositor o en el que estén escritos los libretos de las óperas. En Finlandia se está produciendo un fenómeno importante para la música, se está innovando, se está acercando la ópera a los niños (como has podido leer, hay compositores que las crean especialmente para el público infantil), y eso crea "riqueza de futuro", además de sensibilidad.
ResponderEliminarGracias por tu fidelidad y, una vez más, por tu comentario.
Transcribo el comentario recibido de Anne Fatosme (http://annefatosme.com/) recibido por correo electrónico:
ResponderEliminarAlbert, no soy una experta en ópera, sino más bien todo lo contrario, así que no soy la más indicada para comentar. Sin embargo, me gusta lo que subrayas de la música finlandesa, a saber que es polifacética, abierta a todos los públicos, en perpetuo movimiento y por último, que dedique un espacio a los niños me parece una prueba de gran sensibilidad e inteligencia.
Un cordial saludo,
Anne
Respuesta:
La transmisión de los valores culturales en general (no sólo los de la música) a los niños es uno de los grandes logros de la educación en Finlandia, donde la calidad de la enseñanza sobresale sobre la de la mayoría de los países de Europa. En este sentido se está formando a ciudadanos capacitados no sólo para trabajar bien y ser útiles a su país, sino también con sensibilidad. Allí, el maestro y el profesor son personas muy respetadas socialmente, pero también muy bien preparadas para ejercer su profesión.
En este sentido admiro mucho el sistema finlandés, que tiene otras muchas bondades y que si otros Estados tuvieran mejor voluntad, podrían ir imitando.
Además, es un país muy bello, con gente educada y simpática: vale la pena darse una vuelta por allí.
Gracias por tu comentario, Anne, y un abrazo.