lunes, 27 de junio de 2011

Un panorama de la literatura eslovena desde la perspectiva del año 1976

El edificio renacentista del Ayuntamiento
de Maribor, en el noreste de Eslovenia.

(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)

En 1976, la revista parisina Cahiers de l’Est, fundada y dirigida por la escritora rumana Sanda Stolojan (nieta de otro notable escritor, Duiliu Zamfirescu, y exiliada en Francia por razones políticas) para difundir las literaturas de la parte de Europa sometida entonces a los regímenes comunistas, publicaba el artículo cuya primera parte presentamos a continuación, firmado por el poeta y novelista francés Jean-Charles Lombard, traductor de algunas obras de la literatura eslovena a su lengua. La segunda parte aparecerá en IMPEDIMENTA próximamente.

Conviene, pues, leer este texto desde la perspectiva de aquella época, cuando Eslovenia era una de las naciones que formaban la República Federativa Socialista de Yugoslavia (a la que el autor se refiere erróneamente, al principio de su artículo, como República Federativa Popular de Yugoslavia, denominación que tuvo el Estado federal yugoslavo únicamente entre 1946 y 1963). En la traducción se han actualizado algunos datos, como las fechas de fallecimiento de autores que aún vivían cuando se publicó el artículo original. También se han escrito los nombres y los topónimos con los correspondientes signos diacríticos. En algunos casos se han añadido vínculos, en castellano o inglés, para facilitar la búsqueda de quienes deseen obtener más información.
A.L.-T.


La literatura eslovena contemporánea (I)

Por Jean-Charles Lombard
Traducción de Albert Lázaro-Tinaut


Situada en el noroeste de Yugoslavia, limitada al norte por los Alpes Julianos y las montañas Karavanke, al oeste por unos cuarenta kilómetros de costa adriática y al sur por Croacia, Eslovenia es, con Montenegro, una de las dos repúblicas más pequeñas de las seis que forman la República Socialista Popular Federativa de Yugoslavia. Zona de paso hacia la Europa central e Italia, esta región poblada por eslavos del sur estuvo siempre sometida a la influencia de los mundos latino y germánico. Esta república, que constituye uno de los grupos lingüísticos más pequeños de Europa (aproximadamente 1.600.000 eslovenos) no se ha librado de los avatares de la historia, y su literatura, que ha evolucionado en función de los regímenes políticos y de los ocupantes del país, es tan diversa como sus paisajes.

Sometida durante siglos a una poderosa presión germánica, gracias al esfuerzo permanente de sus gentes Eslovenia ha conseguido preservar su lengua y sus tradiciones, elementos esenciales de su independencia y su afirmación como entidad cultural. Aunque sin detenernos en datos históricos antiguos, conviene que conozcamos algunas particularidades para comprender mejor los distintos aspectos del fenómeno literario esloveno actual.

Eslovenia y los eslovenos en la Federación de Yugoslavia.

Los grandes movimientos que marcaron a Eslovenia durante el siglo XIX son, por una parte, el paneslavismo, y por otra, el ilirismo. Sin extendernos demasiado, diremos que el paneslavismo supuso, en la primera mitad del siglo XIX, el despertar del sentimiento nacional eslavo, y que su desarrollo en Eslovenia puede ser considerado el intento de una minoría lingüística eslava de acercarse a Rusia y hallar de este modo, en un pueblo inmenso, a unos hermanos poderosos, capaces de sostener las reivindicaciones de los más pequeños. Así pues, en el siglo XIX numerosos intelectuales eslovenos confiaron ciegamente en la madre Rusia, convencidos de que el apoyo de ésta permitiría resistir mejor la incesante presión que ejercía el Imperio austrohúngaro. [1]

Casi al mismo tiempo se desarrolló una tendencia opuesta, el ilirismo, que a diferencia del paneslavismo –que podría considerarse una doctrina de filiación consanguínea, por así decirlo–, fue más bien una doctrina basada en intereses políticos. La finalidad declarada del ilirismo consistía, en efecto, en englobar en un único espacio cultural, lingüístico y político al conjunto de los eslavos del sur, y en particular a croatas y eslovenos. Por fortuna para éstos, el movimiento fracasó, pues de tener éxito la lengua eslovena no hubiera podido sobrevivir a la presión croata, luego croatoserbia o serbocroata. [2] El gran poeta romántico France Prešeren (1800-1849), virulento adversario del ilirismo, afirmaba que si bien los eslovenos formaban parte de los pueblos eslavos, se debían a su propia lengua y a su cultura.


Monumento a France Prešeren
en Kranj, su ciudad natal, obra
de los escultores Frančišek Smerdu
y Peter Loboda (1952).

(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)


Consciente de que el mundo acababa de sufrir una fuerte sacudida después de la primera guerra mundial, y descontenta, al igual que los demás pueblos eslavos del sur, de la opresión austrohúngara, Eslovenia se unió en 1918 al Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos. Pese a los graves problemas nacionalistas, todavía no resueltos, que oponían a serbios y croatas, Eslovenia, ajena a esa discordia, aprovechó para reforzar su posición y afirmar su propia existencia.

Después del hundimiento de Alemania y la resistencia ejemplar de Yugoslavia ante los nazis, en 1946 se proclamó la República Socialista Popular Federativa de Yugoslavia bajo la presidencia del mariscal Tito. En 1947, Eslovenia aumentó su territorio incorporándole una parte de la Venecia Julia, y en 1954, también una parte del territorio de Trieste. Actualmente, como consecuencia de su desarrollo industrial, se ha convertido en la república más rica de la Federación, y esa riqueza le permite afirmar aún con más energía su existencia y sus particularidades.


Este breve resumen histórico, que necesitaría sin duda algunas matizaciones, debería ser suficiente para ver cómo Eslovenia, profundamente yugoslava y vinculada a la Federación, permanece ante todo eslovena. Como minoría étnica que ha conocido una historia compleja y cambiante, Eslovenia manifiesta su propio carácter sólo por su lengua y a través de ella. Su vida cultural y su literatura en particular se resienten profundamente de tal limitación, y nuestra intención es, precisamente, desentrañar esa particularidad examinando la evolución literaria eslovena desde el final de la segunda guerra mundial.


Desfile de una unidad de partisanos por las calles de Liubliana
el 9 de mayo de 1945, tras la rendición de las tropas alemanas
y las milicias nacionalistas eslovenas que ocupaban
la ciudad desde 1943.


Hay un dicho popular en Eslovenia que no debe sorprendernos: cuando dos eslovenos se encuentran son un dúo; cuando se encuentran tres, forman un trío; y cuando ya son cuatro se convierten en un coro. Esta fórmula podría aplicarse perfectamente a la literatura eslovena: dos eslovenos son dos poetas; tres poetas son una antología común; cuatro eslovenos se convierten en una tendencia firmemente defendida. Si la literatura halla en Eslovenia un terreno de elección como ese significa –conviene insistir en ello– que cuando más de un esloveno habla o escribe, más fortalecido se siente, y menos amenazado, en cuanto a su existencia. Esta actitud, propia de las lenguas calificadas a veces erróneamente de “vernáculas”, se aplica a todos los géneros de la actividad literaria: la novela, la poesía, el teatro y la crítica.

Una de las características de la poesía eslovena es sin duda su continuidad. No hay una ruptura profunda entre la poesía de antes de la guerra y la actual. Durante la guerra, la experiencia expresionista fuertemente marcada y conformada por el modelo alemán encontró nuevos ingredientes en la lucha partisana contra el invasor y enlazó las tendencias expresionistas de la década de 1920 con las preocupaciones socio-realistas y romántico-revolucionarias que aparecieron durante el período de entreguerras. Entre los poetas surgidos del expresionismo e impregnados de visiones revolucionarias destacan sobre todo Ivan Pregelj (1883-1960), Edvard Kocbek (1904 [-1981]) y Vladimir Pavčič (1913 [-1993]), que escribió bajo el seudónimo de Matej Bor. Todos estos poetas que conocieron una, cuando no las dos guerras mundiales, desempeñaron un papel importante en la literatura partisana y contribuyeron, en un período oscuro, a insuflar el coraje necesario para proseguir la lucha.


Edvard Kocbek (Sveti Jurij
ob Ščavnici
, 27.9.2004 –
Liubliana, 3.11.1981)

retratado por un famoso
artista contemporáneo
suyo, Božidar Jakac.

El más reconocido entre los escritores partisanos o, al menos, uno de los más influyentes, fue Matej Bor, que ya en 1941 dio a conocer el primer libro de poesía “resistente” de toda la Europa ocupada: Gritemos más fuerte que la tempestad. Más que un libro era un folleto que se distribuyó entre los guerrilleros, quienes lo aprendieron de memoria hasta el punto de convertirlo para el conjunto de los partisanos en el símbolo de una poesía sencilla y agitadora. Acabada la guerra, la obra de Matej Bor, que comprende numerosas piezas teatrales, novelas y una magistral traducción de Shakespeare, fue evolucionando hacia una reflexión más profunda sobre el ser humano y su destino.

Matej Bor, seudónimo
de Vladimir Pavšič
(Grgar, 14.4.1913 –
Liubliana, 29.9.1993).


Una de las características de los poetas y escritores eslovenos que vivieron la segunda guerra mundial es el estrecho apego, casi visceral, a su tierra. Un apego que aparece ampliamente en la obra de Ciril Kosmač (1910 [-1980]), cuyo lirismo adquiere con frecuencia una limpidez y una fuerza expresiva considerables. Otro poeta formado también en el expresionismo y el realismo social es Tone Seliškar (1900-1969), que se decantó pronto hacia la literatura juvenil, de la que se ha convertido en un clásico. Esta generación de poetas que ya escribían antes de la segunda guerra mundial es tan rica que resulta imposible presentarla exhaustivamente; sin embargo, hay que tenerla en cuenta, ya que supone un hito en la literatura eslovena, pues la generación siguiente fue a buscar con frecuencia sus primeros modelos en esos poetas nacidos antes de 1920.

(Continuará.)

[1] El autor debería referirse más bien al Imperio austríaco, pues el denominado Imperio austrohúngaro no se constituiría hasta 1867, es decir, en la segunda mitad del siglo. (N. del T.)

[2] Véase el artículo “¿Serbio, croata o serbocroata?” a través del enlace http://impedimentatransit.blogspot.com/search/label/lengua%20serbocroata).

Este artículo se publicó originalmente, en francés, en la revista Cahiers de l’Est, Éditions Albatros, París, Nº 5 (Printemps 1976), pp. 93-101.

Haced clic sobre las imágenes para ampliarlas.

6 comentarios:

  1. grazie, i tuoi articoli sono sempre molto interessanti e aprono uno squarcio su culture di cui si parla troppo poco

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  2. Grazie a te, Dede, per la gentilezza di visitarmi e per il tuo commento.

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  3. Un halago saber de tus descubrimientos y de tus encuentros. Gracias por compartir, estimado Albert.
    Un abrazo.
    Antonio Arroyo.

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  4. Soy yo quien debe darte las gracias a ti, Antonio, por seguir este blog y apreciar lo que en él publico.
    Abrazos.

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  5. Pour être allée en Yougoslavie et oui c'était encore la yougoslavie , nous étions près de Split chez l'habitant .. je me souviens de ces statues monumentales à travers la ville .. j'en avais rapporté une , me demande bien où elle peut être .. je suis restée un mois .. passant par Dubro, trogir, cascades krk, split la belle .. c'était en 1977

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  6. Sont changées tellement de choses dans les pays de l'ancienne Yougoslavie... Les guerres des années 1990 ont détruit la convivence, et maintenant il y a sept pays qui cherchent de s'en sortir. La Slovénie, ou la monnaie est déjà l'euro, est la plus avancée économiquement. La Croatie rentrera dans l'Union Européenne dans deux ans. Les autres (Serbie, Monténégro, Bosnie-Herzégovine, Macédoine et Kosovo) ont encore un long chemin à faire.
    Pourtant, dans tous ces pays on trouve una nouvelle littérature très intéressante, Ici je parle justement de la littérature slovène avant l'indépendance.
    Merci pour le commentaire, Framboise.

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