Una puerta abierta de par en par a los aires del porvenir (Liubliana, 2006).
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)
Por Jean-Charles Lombard
Traducción de Albert Lázaro-Tinaut
[Las dos partes anteriores de este artículo se publicaron en IMPEDIMENTA el 27 de junio y el 11 de julio pasados. En esta tercera y última parte, al igual que en la primera y la segunda, se han escrito los nombres con los correspondientes signos diacríticos y, en algunos casos, se han añadido vínculos, en castellano o inglés, para facilitar la búsqueda a quien desee obtener más información. También se han añadido (entre corchetes y en cursiva) algunos datos que no aparecen en el artículo original.]
Hay un novelista sobre cuya obra merece la pena detenerse, ya que supone una excepción en la literatura eslovena: se trata de Lovro Kuhar (1893-1950), más conocido por su seudónimo: Prežihov Voranc. Autodidacta, se formó imitando a Gorki, y aunque empezó a escribir antes de la segunda guerra mundial, hasta fechas muy recientes no ha sido reconocido como uno de los “faros” eslovenos que iluminan la segunda mitad del siglo XX. Sensibilizado por los cambios que se produjeron en su país, muy atento a las fluctuaciones sociológicas, económicas y políticas de ese microcosmos que es Eslovenia, Voranc consiguió, sin producir una obra partidista o moralizadora, mostrar un alma eslovena dubitativa, a veces azorada pero siempre desgarrada y llena de contradicciones. Su novela Požganica [1939] es sin duda una de sus mejores obras, o al menos una de las más logradas. En sus relatos demuestra también unas finas dotes de observador y una gran sensibilidad, asimilando el realismo sin llegar a convertirlo en dogma, cosa que sí hicieron algunos contemporáneos suyos.
En el mismo orden de ideas hay que citar a France Bevk (Pavle Sedmak [1890-1970]), un escritor que tuvo como compañeros de viaje a literatos de varias generaciones y que supo imponer una visión muy personal del mundo; su obra más notable es El vicario Martin Čedermac [1938].
Se puede observar que después de la segunda guerra mundial los novelistas eslovenos se van alejando del realismo social y empiezan a tratar problemas menos vinculados a los acontecimientos históricos. Ciril Kosmač [citado en la primera parte de este artículo], por ejemplo, aunque basó parte de su obra en la resistencia, supo deshacerse del pesado lastre que se suele encontrar en las novelas realistas con obras como La balada de una trompeta y una nube [1957] o Día de primavera [1953].
Mira Mihelič [1912-1985], sin duda una de las mejores escritoras yugoslavas, fue una excelente observadora de la sociedad eslovena y retrató magníficamente la burguesía decadente.
Beno Zupančič (1925 [-1980]), cuyas primeras obras tenían como telón de fondo la ocupación y la resistencia de los partisanos, se centró más tarde en la descripción de la vida de las gentes sencillas y sus anhelos de felicidad.
Andrej Hieng [1925-2000], uno de los escasos escritores eslovenos surgidos de la burguesía, también trató la temática de la resistencia, pero presentada desde un punto de vista fantástico que roza con el absurdo; más tarde se dedicó al teatro, aunque en ese terreno ha sido reconocido más como teórico que como dramaturgo.
Smiljan Rozman [1927-2007], por su parte, más verista que realista, escribió obras interesantes sobre el pequeño mundo de los suburbios industriales y excelentes diálogos para piezas teatrales y televisivas, y se decantó sobre todo hacia la literatura juvenil.
El Nouveau Roman no parece haber encontrado en Eslovenia a su Robbe-Grillet. Entre los intentos, más bien fallidos, que se han podido constatar en los últimos años sólo son dignas de mención las obras de Rudi Šeligo [1935-2004], entre las que destaca El tríptico de Agata Schwarzkobler [1968].*
Rudi Šeligo (Sušak, Croacia,
1935 - Liubliana, 2004).
Sería imperdonable no mencionar el teatro en el panorama de la literatura eslovena, ya que éste desempeña un papel de primer orden en la vida cultural del país, y para comprobarlo no hay más que enumerar el número de salas teatrales que se encuentran en las principales ciudades de Eslovenia. Liubliana, la capital, cuenta con cinco teatros permanentes, uno de ellos, especialmente activo, dedicado al público joven. En Maribor y Celje, las otras dos ciudades importantes de Eslovenia, existen también teatros permanentes. Todos ellos funcionan mediante el sistema de abonos, y establecen su programación unos comités compuestos por la dirección de cada teatro y algunos actores. Así es como el Teatro Nacional Esloveno de Liubliana, bajo la dirección de Janez Šenk, secundado por Janez Negro, ha podido presentar obras como L'impromptu de Versailles y Les fourberies de Scapin [de Molière], puestas en escena por el austriaco Peter Lotschak; invitó a André Périnetti para dirigir El alcalde de Zalamea [de Calderón de la Barca]; Roger Blin presentó en francés Fin de partie [de Samuel Beckett] y se ocupó del montaje de Divinas palabras [de Valle-Inclán], y Eugène Ionesco hizo una primera lectura de su Macbett (todo ello en el espacio de dos temporadas).
El Teatro Dramático Nacional de Eslovenia, en Liubliana.
(Fuente: http://artoftheatre.wordpress.com.)
(Fuente: http://artoftheatre.wordpress.com.)
Entre los autores dramáticos de posguerra más prometedores figuran Dominik Smole [1929-1992] y Gregor Strniša [1930-1987, citado en la segunda parte de este artículo], aunque no hayan alcanzado el éxito que se podía esperar de ellos. En cambio, sí que han resultado exitosas las piezas del antes mencionado Andrej Hieng y de Primož Kozak [1929–1981]. Aunque “comprometidas”, sus obras no han perdido actualidad, en particular las de Kozak, de poderoso temperamento dramático.
Más próximo a las tendencias teatrales actuales, Jože Javoršek [seudónimo de Jože Brejc, 1920-1990] no ha gozado del éxito que merecía. Por el contrario, Peter Božič (1932 [-2009]) y Dušan Jovanović [Belgrado, 1939] han sido muy bien aceptados por el público. Los necios [1963] y Emilija [1969] de Jovanović se han representado durante más de dos temporadas en el escenario del Mala drama (teatro experimental) del Teatro Nacional Esloveno de Liubliana.
Entre los “francotiradores” del mundo del teatro, Ivan Mrak (1906 [-1986]), autor de un considerable número de piezas escénicas, no ha sido reconocido hasta después de la representación de su drama histórico Robespierre (1972).
Sin duda más original, y perteneciente a la generación intermedia, Vitomil Zupan [1914-1987], con su obra Alejandro con las manos vacías, ha intentado aunar en el escenario la lengua literaria eslovena y la lengua hablada, bastante alejadas entre sí. Se trata de un trabajo de investigación interesante que, sin embargo, no ha obtenido una aceptación entusiasta por parte del público.
Vitomil Zupan (Liubliana, 1914-1987).
(Fuente: si.wikipedia.org)
Eslovenia ha abierto un camino propio para adentrarse en el concierto de las literaturas europeas, pero tropieza con el obstáculo de una lengua difícil y poco hablada. Buscando permanentemente su reconocimiento por las literaturas más favorecidas, Eslovenia, temerosa de no ser capaz de seguir la evolución de sus propias letras, ha pecado de un exceso de precipitación y ha cometido errores fundamentales tanto por lo que se refiere a la poesía como al teatro y la novela. Es ciertamente difícil afirmar la existencia cultural de un país cuando los obstáculos lingüísticos parecen infranqueables, de modo que algunos errores que pudieran observarse a primera vista resultan comprensibles y se pueden justificar si se reflexiona bien sobre ellos.
No obstante, eso tiene muy poca importancia si lo comparamos con la vitalidad de la creación literaria eslovena de nuestros días. Despreocupada por las escuelas, la poesía es hoy un conjunto de individualidades que se complementan oponiéndose entre sí, de generaciones que avanzan en el mismo sentido pese a resistencias aparentemente irreductibles.
Fachada de la Biblioteca Nacional y Universitaria de Eslovenia
(Narodna in univerzitetna knjižnica), en Liubliana, obra
del arquitecto Jože Plečnik, construida entre 1936 y 1941.
(Narodna in univerzitetna knjižnica), en Liubliana, obra
del arquitecto Jože Plečnik, construida entre 1936 y 1941.
(Foto © Jaime Silva / Flickr)
Por fortuna, desde hace unos veinte años el aislamiento lingüístico esloveno parece diluirse: en Inglaterra, Alemania, Francia…, la literatura eslovena resulta cada vez más accesible a un público más amplio en la medida en que, sin renunciar a las características propias de su historia y de su etnia, supone una contribución nada despreciable a las letras europeas. Sería deseable que los editores franceses no se limitaran, como de hecho ocurre, a publicar a autores que escriben en serbocroata. En Eslovenia hay numerosos escritores de talento demostrado cuya originalidad no dejaría ciertamente indiferentes a los lectores.
* En 1987 Rudi Šeligo fue elegido presidente de la Asociación de Escritores de Eslovenia, y en 1989 estuvo entre los fundadores del partido liberal Unión Democrática Eslovena (Slovenska demokratična zveza, SDZ), muy activo durante la secesión de la República de Eslovenia de Yugoslavia. Tras la disolución de dicha formación política, se afilió al Partido Democrático Esloveno (Slovenska demokratska stranka, SDS). Fue Ministro de Cultura de Eslovenia del 7 de junio al 11 de noviembre del año 2000. (N. del T.)
Este artículo se publicó originalmente, en francés, en la revista Cahiers de l’Est, Éditions Albatros, París, Nº 5 (Printemps 1976), pp. 93-101.
NOTA: IMPEDIMENTA no comparte necesariamente todos los puntos de vista del autor de este artículo, aunque se ha considerado interesante traducirlo y publicarlo por lo que supone de difusión de una cultura, aunque sea de una manera parcial (en todos los sentidos); debe tenerse en cuenta, además, que fue escrito en una época y unas circunstancias políticas superadas. Sin duda, sería necesaria una actualización para que se entendiera mejor la evolución de la literatura eslovena en los últimos cuarenta años.
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Sería muchísimo interesante que Jean-Charles Lombard hiciera una muestra más detallada de esses escritores; es decir, al revés de apuntar varios nombres de literatos, Lombard podría seleccionar sólo algunos y exponer trechos de sus obras más representativas o entonces hacer un resumen de ellas.
ResponderEliminarEs cierto, Marcelino, pero yo he traducido y publicado lo que él escribió y publicó en 1976, que por lo menos ofrece un panorama, aunque sea parcial, de la literarura eslovena contemporánea hasta aquella fecha. Es la contribución que he podido hacer.
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