Por Pietro U. Dini, Università di Pisa
Ya en la prehistoria, el grupo etnolingüístico báltico incluía, además de a los prusianos, los lituanos y los letones, a otros pueblos (curios o curonios, jotvinguianos o sudavianos, semigalios, selios...), de los que han quedado testimonios onomásticos. La extensión del territorio de los baltos era entonces mucho mayor –llegaba desde el curso alto del río Dniéper, al este de la actual Moscú, hasta el sur del río Seim, que discurre entre Rusia y Ucrania– que el reconocido históricamente después del año 1000. Por otra parte, la lingüística histórico-comparativa ha permitido distinguir entre un “báltico oriental” (que comprendería las lenguas lituana y letona) y un “báltico occidental” (correspondiente al prusiano). Un tercer grupo lingüístico, el “báltico del Dniéper”, no está documentado.
Se puede intuir la existencia, antes de los acontecimientos que contribuyeron a modificar radicalmente las características del espacio báltico (la Baltia) en los siglos XII y XIII –protagonizados por la Orden Teutónica y las cruzadas que ésta llevó a cabo–, de cierta unidad del mundo báltico como comunidad de pueblos paganos. Ello no significa, sin embargo, que los pueblos bálticos, los “últimos paganos de Europa”, quedaran completamente al margen de algunas influencias cristianas, ni que el paganismo desapareciera de repente; todo lo contrario: éste persistió, con manifestaciones diversas, durante los siglos posteriores.
Los problemas principales, cuando se estudia la religión báltica, son las fuentes escritas y el valor que éstas tienen. Desde un punto de vista cronológico hay que distinguir las fuentes primarias (atestiguadas como más antiguas) de las secundarias (más recientes). Entre las primeras están las noticias transmitidas por los geógrafos antiguos, como Tácito, por viajeros, como Wulfstan de Hedeby, y por cronistas de los siglos IX al XII, como Pedro de Dusburgo y otros. Entre las fuentes secundarias están los textos de los historiadores renacentistas. No hay que olvidar, por otra parte, un buen número de elementos precristianos del folklore y las canciones populares, considerados convencionalmente fuentes secundarias, aunque no del todo fiables, ya que se recopilaron en épocas relativamente recientes.
Por lo que respecta a la mitología en sí, nada atestigua que se pueda considerar común a todos los pueblos bálticos. Muchos elementos de la mitología báltica (o baltoeslava) exigen una reconstrucción de la que no está exenta la comparación lingüística, que no ha sido tenida en cuenta por muchos de quienes se han ocupado del tema con obras de escaso valor científico, que a menudo entran en contradicción con los estudios más fiables.
Si se prescinde de la siempre útil recopilación de materiales de Wilhelm Mannhardt y de algunos textos divulgativos, las mejores obras de referencia sobre el tema son las de los investigadores rusos Viacheslav V. Ivanov y Vladímir N. Toporov. A ellos hay que añadir a Norbertas Vėlius y la escuela mitológica lituana, y al continuador de la obra de éste, Gintaras Beresnevičius. Jaan Puhvel, por su parte, ha englobado los mitos bálticos en el contexto de la mitología comparada indoeuropea, y más recientemente Nikolái Mijailov ha escrito sobre el arte y las perspectivas que ofrece la investigación en este sector.
El panteón báltico
A partir de las fuentes medievales y renacentistas ha sido posible hacer un inventario de las divinidades bálticas propias de cada una de las tradiciones mitológicas. Comparando las tres mencionadas, que ya fueron diferenciadas anteriormente, y sobre todo el material lingüístico correspondiente a cada grupo, se consigue hallar algunas características homogéneas y comunes, en función de las cuales se ha intentado reconstruir una serie de bases léxicas e hipóstasis mitológicas comunes a la totalidad de las antiguas estirpes bálticas, y que se pueden atribuir fácilmente a una fase anterior a la expansión y división del mundo báltico. Ello permite delinear a grandes rasgos las características de la estructura jerárquica del panteón báltico, al cual pertenecen los dioses supremos de todos los pueblos bálticos, en cuya cima se encuentra “el dios del cielo luminoso” (diẽvas en lituano, Dièvs en letón, deiws o deiwys en prusiano; denominaciones que pasaron a las poblaciones finesas colindantes: tõvas en livonio, taewas en estonio, taivas en finés). De éste parece proceder el epíteto Okopirms, “el primero de todos”. Además, hallamos al poderoso Perkūn- (Perkūnas en lituano, Pērkons en letón, Percunis en prusiano), señor del trueno y del rayo, que representa la función guerrera e, indirectamente, también la económica, estrechamente relacionada con la fertilidad.
Perkūnas, Pērkons o Percunis,
según una ilustración rusa moderna.
Estas dos divinidades bálticas tienen sus correspondencias en las mitologías de los eslavos (Perunъ), de los pueblos germánicos (Thōr) y tambien en las clásicas (Ζευς en griego, Iuppiter en latín). Junto a ellas, sin embargo, encontramos a una divinidad negativa –al menos entre los bálticos orientales–: Vel-in- (welinas en lituano antiguo, vélnias en lituano moderno, vel̃ns en letón), protectora de los videntes y los adivinos, denominada “Diablo” en la interpretación cristiana. Otra divinidad común a todos los pueblos bálticos es la diosa del destino (Laima, tanto en letón como en lituano), y es probable que se pueda atribuir al panteón panbáltico también una “diosa madre” a partir de la Zemes māte de los letones y la Žemyna de los lituanos.
Vėlius ha intentado interpretar la cosmovisión báltica pagana en el sentido de que el mundo se correspondería con la imagen del árbol cósmico, constituido por tres esferas verticales: el subsuelo, la tierra y el cielo, correspondientes en parte a las regiones horizontales del mundo según el esquema subsuelo/occidente, cielo/oriente y norte. La famosa arqueóloga lituano-estadounidense Marija Gimbutas, en cambio, hizo una investigación original partiendo del supuesto que la Baltia era un estrato preindoeuropeo (que ella denominó Old Europe en el sentido de “antiguo estrato europeo”) anterior al estrato indoeuropeo posterior. Según su interpretación, aquel estrato se habría caracterizado por una sociedad matriarcal y gineocrática, mientras que el estrato indoeuropeo subsiguiente habría “importado” una concepción de la sociedad patriarcal y androcrática.
Los datos obtenidos del folklore han proporcionado también fragmentos de los motivos mitológicos más recurrentes en la tradición báltica. El llamado “mito fundamental” trata de las nupcias celestes entre el Sol (la parte femenina: saulė en lituano, saule en letón y prusiano) y la Luna (la parte masculina: Mėnulis en lituano, mēness en letón, menins en prusiano); el motivo del Sol que se casa con la Luna está presente en muchas variantes del folklore letón y lituano, pero la versión principal dice que Perkūn-, airado, atraviesa el astro lunar con su espada, porque se había enamorado de la Aurora (Aušrinė en lituano, Austra en letón) y había sido infiel al Sol.
Es conocida la presencia difusa en el territorio báltico de templos y santuarios para el culto pagano. En ellos, un sacerdote denominado Žinys celebraba ciertos rituales. El santuario más célebre fue el de Romowe, en la Nadruvia prusiana, donde ardía el fuego sagrado. Durante el Renacimiento ese nombre se relacionó con Roma basándose en una teoría popular según la cual las estirpes de los prusianos y los lituanos tenían su origen en los antiguos romanos.
La mitología de los prusianos
Los primeros testimonios ya muestran una multitud de divinidades prusianas, que ha sido objeto de numerosos y a veces contradictorios análisis. Es imposible, incluso, establecer la forma gráfica exacta de los teónimos (optaremos aquí por la más habitual) y definir los atributos y las funciones de los distintos dioses; tampoco se conocen a ciencia cierta las relaciones que había entre ellos ni sus paralelismos con divinidades del mundo clásico.
En el siglo XVI, Simon Grunau estableció una tríada de divinidades prusianas principales, que puede considerarse un buen punto de partida: Perkunos o Percunis (dios panbáltico del trueno); Patrimps (o Natrimps), dios de los ríos, las fuentes y la fertilidad; y Autrimps, dios del mar. Patols, dios del mundo subterráneo y de la muerte, era representado con una larga barba cana, por lo que fue asimilado al dios de la navegación, Bardoyts (literalmente, ‘el barbudo’). La pareja de divinidades formada por Patrimps y Patols/Bardoyts, protectores de los marineros, se representan, respectivamente, como un joven imberbe (relacionado con el nacimiento) y un viejo (relacionado con la muerte), de manera que algunas fuentes los comparan a los Dióscuros (Cástor y Pólux).
La tríada de las divinidades
prusianas principales, según
un grabado de la Preussische
Chronik, de Simon Grunau.
Completan el panteón prusiano personificaciones de fenómenos naturales y acontecimientos del mundo agrícola: Pergrubius, por ejemplo, suele relacionarse con la vegetación y la exuberancia primaveral; Auschauts, dios de los enfermos, velaba por la continuidad y la conservación de la especie humana; Pilvyts era el dios de la riqueza y la abundancia; Svaikstiks, por su parte, era el dios de la luz solar y ha sido comparado con Apolo; Pusch(k)aits, que vivía bajo un saúco sagrado, era el dios protector de las tierras y las cosechas, y se ha querido identificar con Pan. Etcétera.
La mitología de los lituanos
Además de las mencionadas divinidades comunes (Perkūnas, Dievas, Laima), la religión de los lituanos presenta algunas diferencias propias de los principales grupos étnicos: los samogitios, en la Baja Lituania, y los aukštaitijanos (o aukštaitianos), en la Alta Lituania.
En Samogitia tuvo mayor influencia la mitología ctonia (subterránea), vinculada al culto de la tierra, el subsuelo y el pasado. Sus características fueron bastante bien establecidas durante el Renacimiento por fuentes que reflejan la decadencia del paganismo. Por eso predominan divinidades menores, entre las que se encuentran Žemepatis (en lituano, žẽmė significa ‘tierra’); Lauksargis, guardián de los campos; Bangpūtys, “soplador de las olas”; Ežerinis, protector de los lagos, etc. Entre las divinidades femeninas, más numerosas que las masculinas, hallamos a Auxtheias Vissagistis o Aukštiejas Visagy(r)stis, la divinidad principal de los samogitios (“el Altísimo que todo lo oye”, una repaganización del Dios cristiano, según la interpretación de Algirdas J. Greimas) y a Žemyna, diosa de la tierra.
Representación moderna,
espulpida en ámbar,
del dios Bangpūtys.
(Foto © test.svs.lt)
En Aukštaitija, en cambio, prevaleció la mitología celeste, relacionada con motivos del cielo y vinculada al futuro. La divinidad mayor, de la que se tiene información fidedigna desde el siglo XIII, era Nunadievis, a cuyo lado aparece Teliavelis/Kalavelis, el herrero que forjó el Sol, una figura a la que se atribuían poderes mágicos. Medeina (del lituano mẽdis, ‘árbol’) era la diosa de los bosques, y Žvorūnė, probablemente, la de la caza. Los aukštaitijanos practicaban también el culto a los elementos naturales (el fuego, el agua, las piedras, los árboles, las serpientes…).
En todo el territorio etnográfico lituano hubo otras muchas divinidades y numerosos ritos, según se desprende de las fuentes conocidas. Entre las divinidades domésticas destacan Gabija, que protegía el fuego del hogar, y la Ugunsmāte de los letones (una especie de Hestia griega o Vesta romana). Austeja, representada como mujer y abeja a la vez, velaba por el bienestar familiar y las mujeres fértiles en edad de buscar marido: confirma la importancia que tenía la apicultura en la economía y en la concepción de la sociedad de los antiguos pueblos bálticos.
Representación moderna, sobre
vidrio, de la diosa Austeja.
(Fuente: Romuva)
No hay que olvidar ritos como el del cambio de estación, el ciclo de los trabajos agrícolas y la trilla del lino, por ejemplo, los cuales eran objeto de rituales específicos. La interpretación del dios Vaižgantas, sin embargo, no está muy clara: para algunos autores se trata del dios del lino, y para otros, el de la fertilidad (en lituano, vaisà significa ‘fecundidad’ y ganà, ‘medida suficiente'; pero -gantas podría identificarse como ‘falo’, y Gondus podría ser otra divinidad específica para la fertilidad, un equivalente del Dioniso de la mitología clásica). También Laima, diosa de la fortuna, se identificaba con la fertilidad, y en ese caso se la representaba como una osa. Divinidades menores de aspecto femenino, como Ragana y Laumė, medio brujas y medio hadas, controlaban la exuberancia de la naturaleza y garantizaban la regeneración cíclica de la naturaleza. Giltinė, por su parte, era la diosa de la muerte, y se decía que tocaba con su lengua a los predestinados al mundo de ultratumba.
La fuente principal de la tradición mitológica de los letones son las dainas (cantos populares), que proporcionan, por una parte, abundante material, pero que por otra lo hacen poco fiable, ya que resulta imposible (o muy arbitrario) distinguir los hechos recientes de los más antiguos.
Además del ya mencionado Pērkons (a veces acompañado de sus cinco hijos), en las dainas aparece con frecuencia una importante pareja de divinidades: Debestēvs y Zemesmāte, el “padre celestial” y la “Madre Tierra”, respectivamente (presente también en otras tradiciones). Las numerosas hipóstasis mitológicas de Zemesmāte caracterizan la tradición letona, según la cual tenía setenta hermanas, a cada una de las cuales se atribuía una función específica. Se trata de las Madres, que personificaban divinidades naturales: Vējamāte (Madre del viento), Ūdensmāte (Madre del agua), Ugunsmāte (Madre del fuego), Mežamāte (Madre del bosque), Laukumāte (Madre de los campos), Jūrasmāte (Madre del mar), etc. Algunas de ellas, con el tiempo, han tenido una “interpretación” cristiana, convirtiéndose en protectoras de actividades humanas: Jūrasmāte, protectora de los marineros; Celamāte (‘Madre del camino’), de los transeúntes; Bišu māte (‘Madre de las abejas’), de los apicultores...
Cubierta de un disco del grupo
de heavy metal letón Kurbads,
que basa su música en temas
mitológicos.
El culto de las Madres, en la mitología letona, es una cuestión bastante controvertida: algunos lo consideran un fenómeno báltico (oriental), y más concretamente, letón; otros creen, en cambio, que se trata de un fenómeno relativamente tardío, que tuvo lugar después de la cristianización por influencia del culto a la Virgen María.
Entre los espíritus o dioses menores, que se ocupaban de los intereses humanos, están Ūsinš, protector de los animales domésticos, especialmente de los caballos y las abejas; Ceroklis, que favorecía la abundancia de las cosechas; o Jumis, espíritu del bienestar y de la fertilidad, que residía en todo aquello que era doble (etimológicamente, su nombre procedería de la antigua palabra sánscrita yamá-, que significa ‘pareja’ o ‘gemelos’).
La tradición también atribuye a los letones tres divinidades del destino (Trīs Laimes), aunque también aquí hay que distinguir los elementos paganos de los cristianos. Laima, la diosa de la fortuna, que establecía el nacimiento de los niños, es pagana, pero su evolución posterior la convierte también en Kārta (del letón kārt, ‘colgar’) y Dēkla (nótese la similitud con santa Tecla), lo cual demuestra la afinidad de funciones de las tres diosas, a diferencia de las Moiras griegas. El destino de cada persona, de su familia, de su ganado, dependía de la benevolencia de Laima, que recibía el alma del muerto en el más allá. También se la reconoce como Māra, cuyos epítetos presentes en las dainas la aproximan al cristianismo (por ejemplo: Māras jumpraviņa, ‘María Virgen’; mīla Māra Madaliena, ‘querida Mara Magdalena’; etc.). La función originaria de la Mara podría relacionarse con palabras de otras lenguas indoeuropeas en las que aparece de algún modo partícula mar/mor: cauchemar y nightmare (‘pesadilla’, en francés y en inglés, respectivamente); kikimore (‘bruja’, en ruso).
Las dainas se refieren también a divinidades de la luz, como Mēness (la Luna) y Saule (el Sol), así como a los Deiva Dēli (“Hijos de Dievs”; en lituano Dievo sūneliai) –muy relacionados con los Dióscuros griegos (Cástor y Pólux) y con los Aśvini indios– y a las Saules meitas (“hijas del Sol”; en lituano dieva dukrytės): su recíproco coqueteo simboliza el matrimonio celeste.
Este texto es una versión abreviada del artículo publicado en italiano, con el título “Elementi di mitologia baltica”, en la revista Polifemo (Messina), núm. 10 (2010).
Traducción y adaptación (con el consentimiento del autor) de Albert Lázaro-Tinaut.
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Ya en la prehistoria, el grupo etnolingüístico báltico incluía, además de a los prusianos, los lituanos y los letones, a otros pueblos (curios o curonios, jotvinguianos o sudavianos, semigalios, selios...), de los que han quedado testimonios onomásticos. La extensión del territorio de los baltos era entonces mucho mayor –llegaba desde el curso alto del río Dniéper, al este de la actual Moscú, hasta el sur del río Seim, que discurre entre Rusia y Ucrania– que el reconocido históricamente después del año 1000. Por otra parte, la lingüística histórico-comparativa ha permitido distinguir entre un “báltico oriental” (que comprendería las lenguas lituana y letona) y un “báltico occidental” (correspondiente al prusiano). Un tercer grupo lingüístico, el “báltico del Dniéper”, no está documentado.
Se puede intuir la existencia, antes de los acontecimientos que contribuyeron a modificar radicalmente las características del espacio báltico (la Baltia) en los siglos XII y XIII –protagonizados por la Orden Teutónica y las cruzadas que ésta llevó a cabo–, de cierta unidad del mundo báltico como comunidad de pueblos paganos. Ello no significa, sin embargo, que los pueblos bálticos, los “últimos paganos de Europa”, quedaran completamente al margen de algunas influencias cristianas, ni que el paganismo desapareciera de repente; todo lo contrario: éste persistió, con manifestaciones diversas, durante los siglos posteriores.
Los problemas principales, cuando se estudia la religión báltica, son las fuentes escritas y el valor que éstas tienen. Desde un punto de vista cronológico hay que distinguir las fuentes primarias (atestiguadas como más antiguas) de las secundarias (más recientes). Entre las primeras están las noticias transmitidas por los geógrafos antiguos, como Tácito, por viajeros, como Wulfstan de Hedeby, y por cronistas de los siglos IX al XII, como Pedro de Dusburgo y otros. Entre las fuentes secundarias están los textos de los historiadores renacentistas. No hay que olvidar, por otra parte, un buen número de elementos precristianos del folklore y las canciones populares, considerados convencionalmente fuentes secundarias, aunque no del todo fiables, ya que se recopilaron en épocas relativamente recientes.
Por lo que respecta a la mitología en sí, nada atestigua que se pueda considerar común a todos los pueblos bálticos. Muchos elementos de la mitología báltica (o baltoeslava) exigen una reconstrucción de la que no está exenta la comparación lingüística, que no ha sido tenida en cuenta por muchos de quienes se han ocupado del tema con obras de escaso valor científico, que a menudo entran en contradicción con los estudios más fiables.
Si se prescinde de la siempre útil recopilación de materiales de Wilhelm Mannhardt y de algunos textos divulgativos, las mejores obras de referencia sobre el tema son las de los investigadores rusos Viacheslav V. Ivanov y Vladímir N. Toporov. A ellos hay que añadir a Norbertas Vėlius y la escuela mitológica lituana, y al continuador de la obra de éste, Gintaras Beresnevičius. Jaan Puhvel, por su parte, ha englobado los mitos bálticos en el contexto de la mitología comparada indoeuropea, y más recientemente Nikolái Mijailov ha escrito sobre el arte y las perspectivas que ofrece la investigación en este sector.
El panteón báltico
A partir de las fuentes medievales y renacentistas ha sido posible hacer un inventario de las divinidades bálticas propias de cada una de las tradiciones mitológicas. Comparando las tres mencionadas, que ya fueron diferenciadas anteriormente, y sobre todo el material lingüístico correspondiente a cada grupo, se consigue hallar algunas características homogéneas y comunes, en función de las cuales se ha intentado reconstruir una serie de bases léxicas e hipóstasis mitológicas comunes a la totalidad de las antiguas estirpes bálticas, y que se pueden atribuir fácilmente a una fase anterior a la expansión y división del mundo báltico. Ello permite delinear a grandes rasgos las características de la estructura jerárquica del panteón báltico, al cual pertenecen los dioses supremos de todos los pueblos bálticos, en cuya cima se encuentra “el dios del cielo luminoso” (diẽvas en lituano, Dièvs en letón, deiws o deiwys en prusiano; denominaciones que pasaron a las poblaciones finesas colindantes: tõvas en livonio, taewas en estonio, taivas en finés). De éste parece proceder el epíteto Okopirms, “el primero de todos”. Además, hallamos al poderoso Perkūn- (Perkūnas en lituano, Pērkons en letón, Percunis en prusiano), señor del trueno y del rayo, que representa la función guerrera e, indirectamente, también la económica, estrechamente relacionada con la fertilidad.
Perkūnas, Pērkons o Percunis,
según una ilustración rusa moderna.
Estas dos divinidades bálticas tienen sus correspondencias en las mitologías de los eslavos (Perunъ), de los pueblos germánicos (Thōr) y tambien en las clásicas (Ζευς en griego, Iuppiter en latín). Junto a ellas, sin embargo, encontramos a una divinidad negativa –al menos entre los bálticos orientales–: Vel-in- (welinas en lituano antiguo, vélnias en lituano moderno, vel̃ns en letón), protectora de los videntes y los adivinos, denominada “Diablo” en la interpretación cristiana. Otra divinidad común a todos los pueblos bálticos es la diosa del destino (Laima, tanto en letón como en lituano), y es probable que se pueda atribuir al panteón panbáltico también una “diosa madre” a partir de la Zemes māte de los letones y la Žemyna de los lituanos.
Vėlius ha intentado interpretar la cosmovisión báltica pagana en el sentido de que el mundo se correspondería con la imagen del árbol cósmico, constituido por tres esferas verticales: el subsuelo, la tierra y el cielo, correspondientes en parte a las regiones horizontales del mundo según el esquema subsuelo/occidente, cielo/oriente y norte. La famosa arqueóloga lituano-estadounidense Marija Gimbutas, en cambio, hizo una investigación original partiendo del supuesto que la Baltia era un estrato preindoeuropeo (que ella denominó Old Europe en el sentido de “antiguo estrato europeo”) anterior al estrato indoeuropeo posterior. Según su interpretación, aquel estrato se habría caracterizado por una sociedad matriarcal y gineocrática, mientras que el estrato indoeuropeo subsiguiente habría “importado” una concepción de la sociedad patriarcal y androcrática.
Simbología que aparece en
los motivos decorativos de
los antiguos pueblos bálticos.
De arriba abajo: Sol, Luna,
estrella, luz, fuego, cielo, tierra,
tiempo, lluvia, vientos.
(Fuente: Global Lithuanian Net)
los motivos decorativos de
los antiguos pueblos bálticos.
De arriba abajo: Sol, Luna,
estrella, luz, fuego, cielo, tierra,
tiempo, lluvia, vientos.
(Fuente: Global Lithuanian Net)
Los datos obtenidos del folklore han proporcionado también fragmentos de los motivos mitológicos más recurrentes en la tradición báltica. El llamado “mito fundamental” trata de las nupcias celestes entre el Sol (la parte femenina: saulė en lituano, saule en letón y prusiano) y la Luna (la parte masculina: Mėnulis en lituano, mēness en letón, menins en prusiano); el motivo del Sol que se casa con la Luna está presente en muchas variantes del folklore letón y lituano, pero la versión principal dice que Perkūn-, airado, atraviesa el astro lunar con su espada, porque se había enamorado de la Aurora (Aušrinė en lituano, Austra en letón) y había sido infiel al Sol.
Es conocida la presencia difusa en el territorio báltico de templos y santuarios para el culto pagano. En ellos, un sacerdote denominado Žinys celebraba ciertos rituales. El santuario más célebre fue el de Romowe, en la Nadruvia prusiana, donde ardía el fuego sagrado. Durante el Renacimiento ese nombre se relacionó con Roma basándose en una teoría popular según la cual las estirpes de los prusianos y los lituanos tenían su origen en los antiguos romanos.
Símbolos que representan el Sol, la Luna y una entrella,
grabados en un guijarro hallado en el distrito de Molėtai (Lituania).
(Fuente: Global Lithuanian Net)
grabados en un guijarro hallado en el distrito de Molėtai (Lituania).
(Fuente: Global Lithuanian Net)
La mitología de los prusianos
Los primeros testimonios ya muestran una multitud de divinidades prusianas, que ha sido objeto de numerosos y a veces contradictorios análisis. Es imposible, incluso, establecer la forma gráfica exacta de los teónimos (optaremos aquí por la más habitual) y definir los atributos y las funciones de los distintos dioses; tampoco se conocen a ciencia cierta las relaciones que había entre ellos ni sus paralelismos con divinidades del mundo clásico.
En el siglo XVI, Simon Grunau estableció una tríada de divinidades prusianas principales, que puede considerarse un buen punto de partida: Perkunos o Percunis (dios panbáltico del trueno); Patrimps (o Natrimps), dios de los ríos, las fuentes y la fertilidad; y Autrimps, dios del mar. Patols, dios del mundo subterráneo y de la muerte, era representado con una larga barba cana, por lo que fue asimilado al dios de la navegación, Bardoyts (literalmente, ‘el barbudo’). La pareja de divinidades formada por Patrimps y Patols/Bardoyts, protectores de los marineros, se representan, respectivamente, como un joven imberbe (relacionado con el nacimiento) y un viejo (relacionado con la muerte), de manera que algunas fuentes los comparan a los Dióscuros (Cástor y Pólux).
La tríada de las divinidades
prusianas principales, según
un grabado de la Preussische
Chronik, de Simon Grunau.
Completan el panteón prusiano personificaciones de fenómenos naturales y acontecimientos del mundo agrícola: Pergrubius, por ejemplo, suele relacionarse con la vegetación y la exuberancia primaveral; Auschauts, dios de los enfermos, velaba por la continuidad y la conservación de la especie humana; Pilvyts era el dios de la riqueza y la abundancia; Svaikstiks, por su parte, era el dios de la luz solar y ha sido comparado con Apolo; Pusch(k)aits, que vivía bajo un saúco sagrado, era el dios protector de las tierras y las cosechas, y se ha querido identificar con Pan. Etcétera.
Uno de los montículos históricos de Kernavė, al noroeste
de Vilnius, conocidos por los arqueólogos del siglo XIX
como la "Troya lituana", donde se presume que hubo
un santuario pagano en el que se celebraban sacrificios.
(Foto © IFG2010)
de Vilnius, conocidos por los arqueólogos del siglo XIX
como la "Troya lituana", donde se presume que hubo
un santuario pagano en el que se celebraban sacrificios.
(Foto © IFG2010)
La mitología de los lituanos
Además de las mencionadas divinidades comunes (Perkūnas, Dievas, Laima), la religión de los lituanos presenta algunas diferencias propias de los principales grupos étnicos: los samogitios, en la Baja Lituania, y los aukštaitijanos (o aukštaitianos), en la Alta Lituania.
En Samogitia tuvo mayor influencia la mitología ctonia (subterránea), vinculada al culto de la tierra, el subsuelo y el pasado. Sus características fueron bastante bien establecidas durante el Renacimiento por fuentes que reflejan la decadencia del paganismo. Por eso predominan divinidades menores, entre las que se encuentran Žemepatis (en lituano, žẽmė significa ‘tierra’); Lauksargis, guardián de los campos; Bangpūtys, “soplador de las olas”; Ežerinis, protector de los lagos, etc. Entre las divinidades femeninas, más numerosas que las masculinas, hallamos a Auxtheias Vissagistis o Aukštiejas Visagy(r)stis, la divinidad principal de los samogitios (“el Altísimo que todo lo oye”, una repaganización del Dios cristiano, según la interpretación de Algirdas J. Greimas) y a Žemyna, diosa de la tierra.
Representación moderna,
espulpida en ámbar,
del dios Bangpūtys.
(Foto © test.svs.lt)
En Aukštaitija, en cambio, prevaleció la mitología celeste, relacionada con motivos del cielo y vinculada al futuro. La divinidad mayor, de la que se tiene información fidedigna desde el siglo XIII, era Nunadievis, a cuyo lado aparece Teliavelis/Kalavelis, el herrero que forjó el Sol, una figura a la que se atribuían poderes mágicos. Medeina (del lituano mẽdis, ‘árbol’) era la diosa de los bosques, y Žvorūnė, probablemente, la de la caza. Los aukštaitijanos practicaban también el culto a los elementos naturales (el fuego, el agua, las piedras, los árboles, las serpientes…).
En todo el territorio etnográfico lituano hubo otras muchas divinidades y numerosos ritos, según se desprende de las fuentes conocidas. Entre las divinidades domésticas destacan Gabija, que protegía el fuego del hogar, y la Ugunsmāte de los letones (una especie de Hestia griega o Vesta romana). Austeja, representada como mujer y abeja a la vez, velaba por el bienestar familiar y las mujeres fértiles en edad de buscar marido: confirma la importancia que tenía la apicultura en la economía y en la concepción de la sociedad de los antiguos pueblos bálticos.
Representación moderna, sobre
vidrio, de la diosa Austeja.
(Fuente: Romuva)
No hay que olvidar ritos como el del cambio de estación, el ciclo de los trabajos agrícolas y la trilla del lino, por ejemplo, los cuales eran objeto de rituales específicos. La interpretación del dios Vaižgantas, sin embargo, no está muy clara: para algunos autores se trata del dios del lino, y para otros, el de la fertilidad (en lituano, vaisà significa ‘fecundidad’ y ganà, ‘medida suficiente'; pero -gantas podría identificarse como ‘falo’, y Gondus podría ser otra divinidad específica para la fertilidad, un equivalente del Dioniso de la mitología clásica). También Laima, diosa de la fortuna, se identificaba con la fertilidad, y en ese caso se la representaba como una osa. Divinidades menores de aspecto femenino, como Ragana y Laumė, medio brujas y medio hadas, controlaban la exuberancia de la naturaleza y garantizaban la regeneración cíclica de la naturaleza. Giltinė, por su parte, era la diosa de la muerte, y se decía que tocaba con su lengua a los predestinados al mundo de ultratumba.
La gruta de Gutmanala, cerca de Sigulda (Letonia), donde
se cree que se celebraban sacrificios en honor a los dioses paganos.
(Foto © RDS_lv)
La mitología de los letonesse cree que se celebraban sacrificios en honor a los dioses paganos.
(Foto © RDS_lv)
La fuente principal de la tradición mitológica de los letones son las dainas (cantos populares), que proporcionan, por una parte, abundante material, pero que por otra lo hacen poco fiable, ya que resulta imposible (o muy arbitrario) distinguir los hechos recientes de los más antiguos.
El Dainu skapis (‘Gabinete de las dainas’),
conservado en los Archivos del Folklore
Letón, que contiene cerca de 150.000
dainas recopiladas por Krišjānis
Barons (1835-1923) a partir de 1894.
Desde 2001 este tesoro del folklore
está inscrito en el Registro de la
Memoria del Mundo de la UNESCO.
(Foto © Latviešu folkloras krātuves)
conservado en los Archivos del Folklore
Letón, que contiene cerca de 150.000
dainas recopiladas por Krišjānis
Barons (1835-1923) a partir de 1894.
Desde 2001 este tesoro del folklore
está inscrito en el Registro de la
Memoria del Mundo de la UNESCO.
(Foto © Latviešu folkloras krātuves)
Además del ya mencionado Pērkons (a veces acompañado de sus cinco hijos), en las dainas aparece con frecuencia una importante pareja de divinidades: Debestēvs y Zemesmāte, el “padre celestial” y la “Madre Tierra”, respectivamente (presente también en otras tradiciones). Las numerosas hipóstasis mitológicas de Zemesmāte caracterizan la tradición letona, según la cual tenía setenta hermanas, a cada una de las cuales se atribuía una función específica. Se trata de las Madres, que personificaban divinidades naturales: Vējamāte (Madre del viento), Ūdensmāte (Madre del agua), Ugunsmāte (Madre del fuego), Mežamāte (Madre del bosque), Laukumāte (Madre de los campos), Jūrasmāte (Madre del mar), etc. Algunas de ellas, con el tiempo, han tenido una “interpretación” cristiana, convirtiéndose en protectoras de actividades humanas: Jūrasmāte, protectora de los marineros; Celamāte (‘Madre del camino’), de los transeúntes; Bišu māte (‘Madre de las abejas’), de los apicultores...
Cubierta de un disco del grupo
de heavy metal letón Kurbads,
que basa su música en temas
mitológicos.
El culto de las Madres, en la mitología letona, es una cuestión bastante controvertida: algunos lo consideran un fenómeno báltico (oriental), y más concretamente, letón; otros creen, en cambio, que se trata de un fenómeno relativamente tardío, que tuvo lugar después de la cristianización por influencia del culto a la Virgen María.
Entre los espíritus o dioses menores, que se ocupaban de los intereses humanos, están Ūsinš, protector de los animales domésticos, especialmente de los caballos y las abejas; Ceroklis, que favorecía la abundancia de las cosechas; o Jumis, espíritu del bienestar y de la fertilidad, que residía en todo aquello que era doble (etimológicamente, su nombre procedería de la antigua palabra sánscrita yamá-, que significa ‘pareja’ o ‘gemelos’).
La tradición también atribuye a los letones tres divinidades del destino (Trīs Laimes), aunque también aquí hay que distinguir los elementos paganos de los cristianos. Laima, la diosa de la fortuna, que establecía el nacimiento de los niños, es pagana, pero su evolución posterior la convierte también en Kārta (del letón kārt, ‘colgar’) y Dēkla (nótese la similitud con santa Tecla), lo cual demuestra la afinidad de funciones de las tres diosas, a diferencia de las Moiras griegas. El destino de cada persona, de su familia, de su ganado, dependía de la benevolencia de Laima, que recibía el alma del muerto en el más allá. También se la reconoce como Māra, cuyos epítetos presentes en las dainas la aproximan al cristianismo (por ejemplo: Māras jumpraviņa, ‘María Virgen’; mīla Māra Madaliena, ‘querida Mara Magdalena’; etc.). La función originaria de la Mara podría relacionarse con palabras de otras lenguas indoeuropeas en las que aparece de algún modo partícula mar/mor: cauchemar y nightmare (‘pesadilla’, en francés y en inglés, respectivamente); kikimore (‘bruja’, en ruso).
Las dainas se refieren también a divinidades de la luz, como Mēness (la Luna) y Saule (el Sol), así como a los Deiva Dēli (“Hijos de Dievs”; en lituano Dievo sūneliai) –muy relacionados con los Dióscuros griegos (Cástor y Pólux) y con los Aśvini indios– y a las Saules meitas (“hijas del Sol”; en lituano dieva dukrytės): su recíproco coqueteo simboliza el matrimonio celeste.
Este texto es una versión abreviada del artículo publicado en italiano, con el título “Elementi di mitologia baltica”, en la revista Polifemo (Messina), núm. 10 (2010).
Traducción y adaptación (con el consentimiento del autor) de Albert Lázaro-Tinaut.
Hacer clic sobre las imágenes para ampliarlas.
So interesting and informative. Saludos!
ResponderEliminarThank you, Phivos!
ResponderEliminarGreetings.
Sus post sobre la cultura báltica son siempre muy interessantes. Muchas gracias, por su interés en la difusión del conocimiento!
ResponderEliminarAbsolutament fantàstic!!!
ResponderEliminarFelicitats Albert. De tot cor.
Gracias por el comentario, Marcelino. Intento informar sobre una parte de Europa muy desconocida (incluso para nosotros, los europeos). Me satisface mucho que le guste lo que publico.
ResponderEliminarUn saludo transatlántico.
Benvolgut Cesc: el tema és minoritari, però em sembla que aporta una visió diferent de les mitologies properes i permet de relacionar els antics pobles bàltics (els darrers que foren cristianitzats a Europa) amb la mitologia indoeuropea en general, de la qual no estan exclosos els mites grecs i romans, ni tampoc els eslaus i els germànics.
ResponderEliminarUna abraçada.
Querido Albert:
ResponderEliminarEs un placer leer cada una de las entradas de este espacio dedicado a países, cuyas culturas antiguas y actuales son tan ricas y maravillosas.
Te mando un abrazo desde México, otro país periférico del otro lado del Atlántico.
Il lavoro di prof Dini é molto ricco di contenuto e simpatico.
ResponderEliminar´E notevole che la mitologia baltica (Lettonia, Lituania) eppure é assai differente dalla mitologia estone.
Saluti dal Mare Baltico.
Todas tus entradas son interesantes para mi, pero esta en concreto me ha gustado mucho. La mitología es algo que recurro en mi trabajo. Me llama la atención la manera "fantástica" (simbólica), en la que antes de aparecer la filosofía "científica" (racionalista), el ser humano tenía la necesidad de explicarse el porqué de los acontecimientos de la naturaleza y los valores éticos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por tus siempre agradables palabras de aliento, Maria Eugenia, y por valorar tan positivamente mi trabajo (aunque en este caso a quien hay que agradecerlo es al autor del artículo, Pietro Dini, gran especialista en las culturas y las lenguas bálticas). El deseo de IMPEDIMENTA es continuar en esta línea. Tus visitas serán siempre muy gratas.
ResponderEliminarUn abrazo cordial.
Cara Linda: infatti, il Prof. Dini conosce molto bene il mondo baltico, sul quale è un grande specialista, e quindi sono contento di aver potuto pubblicare il suo articolo sui miti dei popoli baltici. Sono felice di sapere che ti è piaciuto.
ResponderEliminarInfatti, anche se certe influenze ci sono, i miti finnici appartengono a un'altra sfera, e spero bene di poter pubblicare un giorno un articolo interessante per far conoscere la mitologia finnica con tutte le sue caratteristiche da una parte e dall'altra del golfo di Finlandia (e con le particolarità dei popoli minori).
Ti ringrazio per aver fatto ancora una volta lo sforzo di leggermi in spagnolo e ricambio il tuo saluto con un altro, mediterraneo però.
Tienes razón, Mercedes: la mitología siempre es apasionante y, además, suele explicar muy bien la personalidad de los pueblos de cada ámbito geográfico. A ti, como creadora de arte, de expresión corporal, imagino que te es útil recurrir a las fantasías que se deducen de las creencias primitivas, no sólo antes de la aparición de la filosofía racionalista, como dices muy bien, sino también de las religiones monoteístas en las que, a pesar de todo, continúan vivas las antiguas divinidades (los santos "clásicos" no son más que interpretaciones cristianas de las antiguas divinidades protectoras, por ejemplo, a partir de los dioses lares romanos).
ResponderEliminarEl tema da mucho de sí, y todavía son muy desconocidos para nosotros los mitos de otros pueblos.
Te agradezco mucho el comentario, que viene a enriquecer el tema.
Un abrazo cordial también para ti.
SE APRENDE CON PLACER !!!!
ResponderEliminarMI SALUDO,DESDE ARGENTINA, LILIANA ,NIETA DE UNA MUJER HERMOSA DE
LITUANIA.
Liliana: Es un placer haber recibido tu visita, y más aún sabiendo que eres nieta de una lituana emigrada a la Argentina, como muchos ciudadanos de las repúblicas bálticas que se vieron obligados el exilio.
ResponderEliminarGracias por tus palabras y un saludo cordial de un amante de aquellas tierras del norte de Europa, que ha recorrido las de Lituania más de una vez. En mi bitácora TRANSEÚNTE EN POS DEL NORTE (http://transeuntenorte.blogspot.com/) encontrarás otros artículos sobre el Báltico.
Me conectó a un munodo desconocido desde mi perspectiva americana, más ligada a la mitología de mi continente y a la tradición cultural europea de la conquista.Siempre se amplían los horizontes ya que son infinitos. Muy interesante, me dejó con deseos de conocer más. Mis saludos más cordiales. Haydée
ResponderEliminarHaydée Norma: Agradezco tu comentario. Esta mitología es desconocida incluso por la inmensa mayoría de los europeos del sur, que han estado siempre más próximos a la griega, la romana y la cristiana que de la las otras: poco se sabe aquí de la rica mitología germánica, algo más quizá de la celta y la egipcia, de la eslava casi nada... Y todavía queda por descubrir la finesa, que también es muy interesante y muy relacionada, como la báltica, con la naturaleza.
ResponderEliminarLos mitos siempre han estado presentes en la sociedad, pero los de esos pueblos critianizados tan tardíamente perviven en ellos y en sus tradiciones.
Un saludo cordial.
Siempre con información fragmentaria y escasa - en el aspecto mitológico y también en todos los demás - mientras me documentaba para escribir una de mis novelas y ahora que voy a participar en unos coloquios sobre mitología encuentro esto. De hecho, lo analizaré más a fondo, pero creo que complementa bastante bien lo que hace ya unos años saqué de los pocos libros que encontré en las bibliotecas.
ResponderEliminarEn fin, quizá un día vaya a informarme in situ, mientras tanto, bueno es disfrutar de exposiciones así.
Un saludo.