domingo, 1 de abril de 2012

Shostakovich, ajedrecista

Dmitri Dmitrievich Shostakovich (Дмитрий Дмитриевич Шостакович) 
 retratado en 1963 por el pintor armenio Martiros Saryan (1880-1972).

Por Juan María Solare 

Lejos de circunscribirse exclusivamente a la música, el abanico de aficiones de Dmitri Shostakovich (San Petersburgo, 25 de septiembre de 1906 – Moscú, 9 de agosto de 1975) era extremadamente variado. Aunque no aprendió ninguna lengua extranjera (sus conocimientos del inglés eran bastante rudimentarios y se limitaban a una comprensión pasiva) en compensación era un apasionado del fútbol y del ajedrez. Además, le producía un inmenso placer relatar anécdotas que lo presentaran en situaciones insólitas. 

A propósito de su gusto por el ajedrez, gozaba narrando, a todo quien quisiera oír, la siguiente anécdota, recogida en la exhaustiva biografía sobre Shostakovich del compositor polaco Krzysztof Meyer [1]

“En la época en que yo vivía en Leningrado, en los primeros años después de la Revolución, no me perdía ni una sola película. Me gustaba apasionada y profundamente el cine. Incluso trabajé como pianista en un cine y así musicalicé varias películas mudas. Un día fui al cine. En el foyer, los espectadores hojeaban apaciblemente los diarios allí expuestos. En eso aparece un hombre de aspecto discreto, vestido sobriamente. Arroja una mirada melancólica sobre una de las mesas, en la que una partida de ajedrez había quedado descuidadamente interrumpida. Estaba examinando atentamente la posición de las figuras; exclamo entonces, como a la pasada: 

 –¿Y si nos jugamos una partida? 

El hombre me observa inquisitivamente, sonríe con benévola indulgencia, y acepta. 

La rapidez de mis jugadas parece haber asombrado a mi contrincante; indudablemente no solía jugar con un sprinter como yo. Reflexionó un instante, y antes de que me diese cuenta de nada, mi rey se encontró en una situación catastrófica. 

Nerviosamente busqué la salvación, y sentí la mirada penetrante del desconocido posada sobre mí. En definitiva, el rival me dio jaque mate con increíble facilidad. Nunca había perdido de tal manera. 

Aun así, algo en mi juego parece haber llamado su atención, puesto que me pregunta: 

–¿Hace mucho tiempo que juegas al ajedrez? 

–Tres años –respondo. 

Me dirige una palabra más: 

–¿Y me conoces? 

–No. 

Sonaron las campanas, la película iba a empezar. 

–En este caso, permíteme presentarme: Alexander Aliojin… [2]  –Y entró en la sala. 

Durante la proyección de la película yo no miraba la pantalla, no aparté la vista de Aliojin. Desde aquel momento me convertí en un ardiente seguidor de todas sus partidas. Cuando en 1927 batió al campeón mundial, el célebre Capablanca, en la lejana Argentina, mi alegría no fue en absoluto inferior a la del propio Aliojin. Es que no podía discutirse que yo había sido uno de sus sparrings.” 

Shostakovich jugando al ejedrez, según una foto publicada 
por el British Chess Magazine en noviembre de 1946.
(Fuente: IPlayooChess, 2011)

Lógicamente, el único testigo y relator de esta escena fue el mismo protagonista. Habrá que creerle, aunque se sostiene que Shostakovich era un hombre que con tal de obtener una historia interesante podía inventársela. 

Elizabeth Wilson, una de sus biógrafas [3], no otorga mucha credibilidad a esta anécdota, que Shostakovich solía contarle regularmente “unas dos veces al año”. “No creo en esta historia, particularmente porque tuve la ocasión de narrársela a Borís Spassky. Spassky dijo que Shostakovich debía de haber sido muy joven, pues Aliojin abandonó Rusia en 1919 o 1920.” 

Un extraño razonamiento que no refuta nada. ¿No es perfectamente creíble este episodio en un muchacho de trece años? 

La partida de ajedrez (1940), pintura del artista 
ucraniano Boris Vladimirsky (1878-1950).
(Fuente: Золотой век России, http://zolotoivek.tumblr.com)

Consulté el asunto a Krzysztof Meyer (amigo y biógrafo del compositor). Me aseguró que también a él le había contado Shostakovich este relato y que no encontraba ninguna razón para dudar de su veracidad. Agregó que no tenía nada de particular que Shostakovich jugase al ajedrez, ya que –en contraposición a Polonia o Alemania–, en Rusia el ajedrez es una tradición nacional, y así como las muchachas educadas solían tocar el piano, los muchachos jugaban al ajedrez. Meyer también me comentó que Shostakovich le dijo haber jugado con el compositor Serguéi Prokófiev, el violinista David Óistraj y el director Kíril Kondráshin. 


[1] Krzysztof Meyer: Shostakovich. Traducción de Ambrosio Berasain. Alianza Editorial, Madrid, 1997. 482 pp. 
[2] Célebre ajedrecista ruso (Moscú, 1892 – Estoril, Portugal, 1946). Nacionalizado francés en 1925, adoptó el apellido Alekhine, por el que es conocido internacionalmente. 
[3] Elizabeth Wilson: Shostakovich: A Life Remembered. Faber and Faber, Londres y Boston, 1994. 


Juan María Solare, compositor y pianista argentino (Buenos Aires, 1966), se formó en el Conservatorio Nacional de Música de su ciudad natal, realizó estudios de postgrado en Alemania y ha ejercido la docencia en el Conservatorio de Tandil (Argentina), en la Hochschule für Künste de Bremen, en la universidad de aquella ciudad alemana y en la Complutense de Madrid. Compositor prolífico, ha obtenido diversos premios internacionales. (Más datos biográficos suyos aquí). 


Este artículo se publicó en el núm. 37 (enero de 1998) de la revista Lateral, Barcelona, p. 37.