miércoles, 28 de diciembre de 2011

La inhumana pero lúcida experiencia de Maks Velo bajo la tiranía estalinista en Albania

Maks Velo en 2010.
(Fuente: Lajme Sot) 

Aunque nacido en París el 31 de agosto de 1935, el arquitecto, pintor y escritor Maks Velo vivió en el país de sus padres, Albania, y fue víctima de la cruel represión ejercida por el dictador estalinista Enver Hoxha contra quienes se resistían a aceptar –o simplemente eran sospechosos de ello– las rígidas reglas de juego del régimen. Perseguido, detenido e interrogado en varias ocasiones, acabó purgando sus “culpas” durante ocho años en un campo de internamiento tras ser acusado de agitación y propaganda contra el Partido del Trabajo de Albania, aquel partido único y personalista que practicó el “poder popular” en el país, en nombre del “marxismo-leninismo ortodoxo”, desde finales de 1944 hasta la muerte de Hoxha (11 de abril de 1985) e incluso más allá de ésta, hasta 1990, cuando su sucesor en el poder, Ramiz Alia, forzado por las circunstancias, tuvo que aceptar el multipartidismo en la aislada y empobrecida Albania. 

Antes de ser detenido, en el otoño de 1978, y condenado pocos meses después a diez años de internamiento en un campo de trabajos forzados, Velo había trabajado como arquitecto para el Ayuntamiento de Tirana y diseñado varios edificios públicos: escuelas, hoteles, salas de cine… Las primeras sospechas recayeron sobre él en 1973, tras la reunión plenaria de aquel año de la Liga de Escritores y Artistas de Albania, en la que se mostró “excesivamente cauto” y no pronunció en ningún momento la palabra camarada. Dos años más tarde, en un congreso nacional de arquitectura, algunos colegas suyos (quizá movidos por los celos) empezaron a censurar su “modernidad”. En el juicio al que fue sometido y condenado en 1979 se puso de manifiesto que “su inspiración en obras de Braque, Modigliani y Picasso” atentaba contra el rígido método del realismo socialista. La pena a que fue sometido no se limitó a la privación de libertad y a los trabajos forzados: sus obras, pinturas y esculturas, fueron destruidas.

Labi y Labesha (2004), de Maks Velo. 

En 1986 Maks Velo consiguió ser “rehabilitado” y salir del horrendo campo de internamiento y trabajos forzados de Spaç, dedicado a la explotación de unas minas de cromo, y tuvo que trabajar como obrero en una fábrica de piedra abrasiva. Solamente después de los cambios políticos que se produjeron tras las primeras elecciones libres en la Albania postcomunista, el 31 de marzo de 1991, pudo volver a dedicarse a la arquitectura en el Instituto de Estudios y Diseño de Tirana y exponer su obra no sólo en su país, sino también en el extranjero (Francia, Polonia, Italia, Grecia, Túnez, Rusia, los Estados Unidos…). En 2010 realizó un viaje a España, donde se inspiró para algunas de sus composiciones artísticas, como los dibujos del denominado “Ciclo de Barcelona”, sugeridos por la arquitectura modernista de la ciudad. 

El campo de internamiento de Spaç (hoy convertido en museo), 
próximo a la localidad de Reps (norte de Albania).
(Foto © Ermal Meçaj) 

Entre sus obras literarias destacan los libros de relatos Palltoja e burgut (‘El manto de la cárcel’, 1995) y Thesi i burgut (‘El saco de la cárcel’ , 1996), en los que se basa la selección publicada en Francia con el título Le Commerce des jours [1]; Jeta ime në figura (‘Mi vida en figuras’, 1996), Kohë antishenjë (‘La edad del antisímbolo’, 2000) y Zhdukja e “Pashallarëve të kuq” të Kadaresë: anketim për një krim letrar (‘La desaparición de los `Pachás rojos´ de Kadare: investigación sobre un crimen literario’, 2002). 

Ismail Kadare, que conoció a Velo en la década de 1960, “cuando en Albania la dictadura aún era joven –quince años– y todavía nos quedaban algunos escritores del pasado”, escritores denominados “burgueses” pero no desaparecidos de las librerías, dice que Maks, que hablaba francés e italiano, era un personaje “diferente”, y que se distinguía de la mayor parte de quienes frecuentaban el recién inaugurado Café de los Escritores de Tirana: “Era discreto y silencioso, tanto que durante su proceso no pudieron obtener de él ninguna opinión, ninguna acusación contra el régimen. Lo condenaron por sus pinturas, consideradas modernistas y decadentes […] y por una característica que daba fe, indirectamente, de su aversión al régimen: su ‘semblante triste en los cafés’. Probablemente, en aquel mundo grotesco, Maks fuera el único a quien reprocharan tal actitud” [2]

El cuento que se presenta a continuación está ambientado en la prisión de Tirana donde Velo fue internado después de ser detenido el 14 de octubre de 1978. 

Albert Lázaro-Tinaut 

[1] Maks Velo: Le Commerce des jours. Nouvelles albanaises. Traducción al francés de Christiane Montécot. Éditions Lampsaque, Vijon, 1998. 
[2] Ismail Kadare, en su prólogo (“Portrait de l’artiste en version albanaise”) a Le Commerce des jours


Uno de los dibujos de Maks Velo que ilustran 
el libro Le Commerce des jours.


La última hoja 

Por Maks Velo 

Me apresuro, pero el polizonte me recuerda que debo mantenerme alejado de las otras celdas. 

–¿Qué te ocurre hoy, 7? 

–Nada, jefe. 

Camino más lentamente. Salimos para el paseo. El paseo de la mañana. Es eso en lo que pienso: me queda una sola hoja. Sólo una. La última hoja. Esa que se ha convertido para mí en el único contacto con el mundo. Me infunde ánimos. Las otras, todas las otras, han caído. Cuando me detuvieron, en octubre, los chopos del otro lado del muro estaban cubiertos de hojas. Mientras estoy en el minúsculo patio del paseo, sólo veo sus ramas más altas y el cielo. Esa imagen representa el mundo libre. Los chopos se alzan al otro lado del muro de la prisión, en un plantel. Cuando el polizonte de turno nos saca a tomar el aire, uno tras otro, por orden de celdas, pone todo el celo en evitar que nos encontremos. Se coloca en la esquina del pasillo y cada uno de nosotros debe esperar a que el anterior haya pasado por allí para salir. 

Nosotros, los de la primera planta, bajamos por una escalera que nos conduce a los pequeños patios separados en que ha sido dividido el patio central. Nos prohíben hablar. El paseo dura treinta minutos, pero como el polizonte se aburre, suele reducirlo a veinte o veinticinco. 

Yo salgo siempre, aunque llueva, aunque caiga un aguacero. Muchos de mis compañeros de detención no salen nunca. 

En lo alto percibimos las ramas. Al principio estaban cubiertas de hojas. En Tirana hay muchos chopos. En un determinado momento del año, por mayo, cubren la ciudad de una pelusa que se dispersa por todos los rincones. Es lo único irreal que me gusta de Tirana. 

Esos fueron plantados, sin duda, durante la campaña “Plantemos chopos por voluntad del Partido”. Para esa gente cualquier cosa puede ser objeto de una campaña: campaña de colectivización, campaña contra el analfabetismo, campaña de los árboles, campaña de las cubetas para fertilizar los campos, campaña de plantación de chopos, campaña para ayudar al Norte, campaña de limpieza, campaña contra los saltamontes, campaña para la siembra del maíz, campaña de recolección de metal, campaña contra la crianza del ganado, campaña contra las antenas de televisión, campaña contra las gallinas… y no sigo. Todo es válido para organizar una campaña, nada queda fuera de ese propósito. Sin embargo, sólo una cosa es objeto de una campaña permanente, ininterrumpida: la campaña de población de las prisiones: las prisiones y los campos de internamiento político de Albania jamás deben quedar vacíos. 

A buen seguro la campaña lanzada entre los años 1973 y 1978 fue una de las más importantes después de la que tuvo lugar entre 1945 y 1950, aunque la verdad es que no se ha interrumpido nunca en treinta y tres años. Es la campaña del crimen. 

En cuanto a los chopos, datan con toda probabilidad de la campaña de plantación lanzada en 1964. Deben de tener, pues, unos quince años. 

Al principio, durante el paseo, veía cómo las tonalidades de las hojas iban cambiando. Luego, un día, fui presa del pánico: ya no se trataba de colores, sino de vida. Las hojas empezaban a caer. Se desplomaban a manojos, como nuestros mejores sueños. Se desparramaban por doquier, alejadas unas de otras. Era el suyo un viaje sin retorno. Caían tras emitir breves chasquidos imperceptibles, sin avisar, sin protestar. Se deslizaban hasta el suelo. Algunas quedaban retenidas por el muro, ese muro contra el que se hacían los fusilamientos dentro de la prisión. Cada vez había menos. Cuando quedaban muy pocas, empecé a contarlas. Veinticinco. Diecisiete. Ocho. Cinco. Tres. Ayer solamente quedaba una. Lo más curioso es que se mantenía verde. Oscilaba de un lado a otro, pero resistía firmemente sujeta a la rama. 

Es como nosotros, me decía yo. Nos hagan lo que nos hagan, alguno sobrevivirá. No importa quién, pero es preciso que uno de nosotros salga vivo de aquí para que el mundo vuelva a comenzar desde el principio. Ayer por la tarde la hoja permanecía allí. Todo el resto de la tarde, toda la noche, estuve obsesionado: ¿volvería a verla al día siguiente?, ¿habría soportado durante la noche el fuerte vendaval? 

Por eso me apresuro. Por respeto a los polizontes me someto de buen grado al reglamento de la prisión. Ellos no tienen la culpa. Pero esta vez me apresuro. Doblo la esquina del pasillo. Bajo deprisa las escaleras, salgo al patio y levanto la cabeza hacia la izquierda, hacia el chopo. La hoja continúa allí. Ha resistido. 

Este relato, traducido por Albert Lázaro-Tinaut a partir de la versión francesa de Christiane Montécot, pertenece al libro Le Commerce des jours. 

domingo, 11 de diciembre de 2011

En recuerdo del poeta estonio Andres Ehin

Andres Ehin recitando uno de sus poemas en el festival 
literario HeadRead de Tallin, el 29 de mayo de 2011. 
(Foto © Ave Maria Mõistlik)

Acaba de fallecer el poeta estonio Andres Ehin, uno de los más destacados de su generación. “Era nuestro surrealista más consciente y leal” –dice el también poeta Jüri Talvet, de quien fue amigo, muy afectado por la noticia que ha recibido lejos de Estonia–; “le gustaba la proximidad de los jóvenes, con quienes compartió largas caminatas, como en el caso del Camino de Santiago”. En efecto, su obra ha influido notablemente en la de las nuevas generaciones de poetas. “Era un orador convincente y se supo acercar tanto a otras culturas como a los límites del lenguaje”, afirma Hanneli Rudi al informar de su desaparición aquella misma madrugada en la edición de ayer, 10 de diciembre, del diario Postimees

Ehin, nacido en Tallin el 13 de marzo de 1940, se licenció en Filología Estonia (especializándose, además, en lenguas finoúgrias) en la Universidad de Tartu. Fue profesor de enseñanza media y trabajó también como periodista. A partir de 1974 se dedicó plenamente a la creación literaria y, en colaboración con su esposa, la también poeta y orientalista Ly Seppel, tradujo al estonio literatura rusa, alemana, inglesa, estadounidense, francesa, finlandesa, turca, georgiana e incluso de los selkup (un pueblo que vive en la taigá del norte de Siberia y habla una lengua samoyeda del tronco lingüístico urálico), además de una parte de Las mil y una noches

Obtuvo dos veces (1997 y 2001) el Premio Anual de Literatura de Estonia y el prestigioso premio Juhan Liiv de poesía (2003). Entre 1968 y 2008 publicó nueve libros de poemas, cinco de prosa y algunas piezas teatrales. 

Su poesía, de tintes surrealistas y no falta de cierto tono satírico e irónico, se ha traducido a varias lenguas: inglés, francés, alemán, ruso, sueco, danés, finés, húngaro, letón, lituano, georgiano, kazajo… También fue traducida al gallego por Manuel Barbeito y Manuela Palacios en la magnífica antología trilingüe (estonio, gallego e inglés) de la poesía estonia contemporánea Vello ceo nórdico.* 

En homenaje a su memoria, Impedimenta ofrece su poema “Lõpmatus” (‘Infinitud’), de 1968, en su versión original estonia, en la gallega que aparece en la antología mencionada y en traducciones inéditas al español y el catalán. 

Albert Lázaro-Tinaut 


Lõpmatus 

F. García Lorcast tema enda motiividel 

Jalakas mõistab sind ja mõistab mätas. 
Hapuoblikas teab sinust öelda kõik. 
Isegi ämblik saab sinust aru. 
Sinust, sa eales silmi ei sule. 

Muda kuulab sind, päike sind kuulab. 
Kõnetad orast ja kändu kõnetad. 
Kalad tulevad su juurde ja lumi tuleb 
su juurde, sa eales silmi ei sule. 

Kass tunneb sind ja tunneb sind valgus. 
Sinu südamekambris on vaal ja orav. 
Raudrohi ihkab olla su juus. 
Kaljud kirevad sinust kui kikkad. 
Sinust, sa eales silmi ei sule. 

Sinust, sa eales silmi ei sule. 
Möödub kõigist karidest su hääle laev. 
Jäävad välkuma lõhnavate sõnade pistodad. 
Silmapiiri mähid ümber väikese sõrme. 
Ja kuklas tunned omaenese kauget pilku. 



Infinitude 

Verbo de F. García Lorca, sobre os seus propios motivos 

Enténdete o olmo e enténdete un carolo. 
A aceda sábeo todo de ti. 
Mesmo unha araña te entende. 
Ti, que nunca pecharás os ollos. 

Escóitate a lama, escóitate o sol. 
Falas cos gromos e falas cunha garocha. 
Os peixes achéganseche e a neve vén 
a ti, que nunca pecharás os ollos. 

Coñécete un gato e coñécete a luz. 
Nos teus ventrículos están a balea e o esquío. 
O teu pelo ansía ser milfollas. 
As rochas cantan de ti coma galos. 
De ti, que nunca pecharás os ollos. 

De ti, que nunca pecharás os ollos. 
O barco da túa voz esquiva os farallóns. 
Dagas de aromas verbais escintilarán por sempre. 
Has de envolver o horizonte arredor do dedo maimiño. 
E sentir, fixa na caluga, a túa propia mirada distante. 

Versión de Manuel Barbeito y Manuela Palacios 



Infinitud 

Sobre Federico García Lorca, alrededor de sus propios motivos 

El olmo te entiende y te entiende un tormo. 
La acedera lo sabe todo de ti. 
Incluso una araña te comprende. 
A ti, que nunca cerrarás los ojos. 

El lodo te escucha, el sol te escucha. 
Hablas con los brotes y con un tocón hablas. 
Los peces se te acercan y la nieve llega 
a ti, que nunca cerrarás los ojos. 

Te conoce un gato y te conoce la luz. 
En tus ventrículos habitan la ballena y la ardilla. 
Tu pelo ansía ser la milenrama. 
Las rocas te cantan como lo hacen los gallos. 
A ti, que nunca cerrarás los ojos. 

A ti, que nunca cerrarás los ojos. 
El barco de tu voz sortea los peñascos. 
Dagas de palabras aromadas van a brillar por siempre. 
Envolverás el horizonte alrededor del meñique. 
Y sentirás fija en la nuca tu propia mirada distante. 

Versión de Arturo Casas 



Infinitud 

Sobre Federico García Lorca, a l’entorn dels seus motius 

L’om t’entén i t’entén un penyal. 
L’agrella ho sap tot de tu. 
També una aranya et comprèn. 
A tu, que mai no tancaràs els ulls. 

El llim t’escolta, el sol t’escolta. 
Parles amb els brots i amb una soca parles. 
Els peixos se t’apropen i la neu t’arriba 
a tu, que mai no tancaràs els ulls. 

Un gat et coneix i et coneix la llum. 
Habiten els teus ventricles la balena i l’esquirol. 
Els teus cabells delegen esdevenir milfulles. 
Les roques et canten com et canten els galls. 
A tu, que mai no tancaràs els ulls. 

A tu, que mai no tancaràs els ulls. 
La nau de la teva veu esquiva els farallons. 
Dagues de mots aromats llambraran per sempre més. 
Embolcaràs l’horitzó al voltant del dit petit. 
I sentiràs clavada en el clatell la teva mirada distant. 

Versión de Albert Lázaro-Tinaut 


* Vello ceo nórdico. Antoloxia da poesía estonia contemporánea. Edición de Jüri Talvet e Arturo Casas. Universidade de Santiago de Compostela, 2002. 


POST SCRIPTUM
Gracias a Linda Järve por haber proporcionado estos vídeos del Otoño Poético de Druskininkai (Lituania) de 2009, en los que Andres Ehin lee unos haikús suyos, en estonio e inglés: 
http://www.youtube.com/watch?v=ZL6ZprcKrQ4
http://www.youtube.com/watch?v=KTMYNgTmMwg