sábado, 10 de julio de 2010

Sobre “Le Firman”, novela de Stefani Sen Senar

Vista parcial de Ohrid (Macedonia), con los muros
de la fortaleza del príncipe Samuel.

(Foto © gzdesigns.net. Projects/dfi/macedonia)
Por Albert Lázaro-Tinaut
(26 de diciembre de 2006)

Los Balcanes, en particular su parte más incógnita (entre Belgrado y Grecia), han estado presentes durante los últimos años en las páginas de la prensa y en la televisión sólo con motivo de la desintegración de Yugoslavia y de las guerras que siguieron a ésta, sobre todo las de Bosnia y Kosovo.

Las antiguas repúblicas yugoslavas, desgajadas de la federación (Montenegro ha sido la última pieza que se ha desprendido del núcleo) eran poco conocidas entre nosotros. Algo sabíamos, si acaso, de Serbia, Croacia y Eslovenia, pero casi nada de un pequeño territorio fronterizo con Bulgaria, Grecia y Albania (y ahora con el sur de Serbia, con el conflictivo y aún políticamente indefinido Kosovo) que se llama Macedonia.


La Macedonia de nuestros libros escolares era la patria de Alejandro el Grande, lejana en el tiempo y situada en las regiones septentrionales de Grecia. Recientemente, tras la ruptura de la federación de Yugoslavia, nos enteramos del contencioso entre la ex república yugoslava de Macedonia y el Estado griego tanto por la denominación del país que accedía a la independencia como por su bandera. Aún hoy, en muchos lugares, la Macedonia eslava aparece con la denominación de Antigua República Yugoslava de Macedonia (en inglés: Former Yugoslav Republic of Macedonia) o con la sigla FYROM.

Stefani Sen Senar, nacida en Francia en 1970 y residente en las proximidades de París, de padre francés y madre de origen macedonio, que estudió balcanología durante tres años en el INALCO de París, ha querido regresar a la cuna de sus orígenes maternos y sondear la convulsa y tormentosa historia de aquellas tierras y de sus habitantes, cuya identidad y cuya lengua han sido cuestionadas muchas veces. Al igual que los pueblos vecinos (a excepción de los montenegrinos), los macedonios estuvieron sometidos durante siglos al Imperio otomano y formaron parte, por consiguiente, de un enorme Estado cuyo centro neurálgico, Istanbul, la antigua Constantinopla, se encontraba entre dos concepciones de la vida y del mundo: la oriental, islamizada, y la occidental, hija de Bizancio y de religión cristiana ortodoxa.

Hasta no hace mucho tiempo, la imagen que teníamos de aquella ciudad multiétnica casi legendaria, de aquel mundo que confundíamos fácilmente con el de Las mil y una noches, del que fluían palabras exóticas como sultán, samovar, baños turcos, odalisca, harén, serrallo o caravanserrallo…, era la que nos habían dejado los pintores románticos y algunas postales antiguas. La realidad, sin embargo, era muy distinta, y de ella pueden dar fe no sólo los pueblos balcánicos que estuvieron sometidos a aquel Imperio, sino también algunas minorías como, sobre todo, los armenios, que fueron objeto de crueles persecuciones y matanzas.


Ese mundo a veces paradójico (pues tampoco fueron tan déspotas algunos sultanes otomanos modernos, al menos hasta finales del siglo XIX) aparece de repente, de forma más fantasmagórica que real, en Le Firman de Stefani Sen Senar. La acción nos lleva a un lugar apacible, maravilloso: el lago Ohrid, en el extremo fronterizo sud-occidental de Macedonia, cuyas aguas comparte con Albania, en la otra orilla. Y asomada al lago Ohrid, la ciudad del mismo nombre, de la que la autora está íntimamente enamorada. Allí, y prácticamente sólo allí, en aquel rincón casi perdido de Europa, se desarrolla la trama de la novela. Allí viven unos lejanos parientes de la muchacha que, desde Francia, ha querido intentar en pleno invierno la aventura de llegar en tren a Istanbul para buscar al asesino de sus padres. Ella, la protagonista, también es estudiante de balcanología, como la autora, con lo que descubrimos pronto cierta identificación entre ellas (y no es arriesgado afirmar que se encuentran muchos elementos autobiográficos en la obra).

El azar decide, sin embargo, que el tren quede bloqueado "un día de diciembre de 1989" por una tempestad de nieve en Skopje, la capital de Macedonia; "y fui a parar a Ohrid, donde aparentemente nada parecía atraerme salvo, tal vez, el fantasma de una lejana abuela macedonia por vía paterna". Y ahí empieza lo imprevisto, de ahí arranca la historia en la que tiene un protagonismo muy importante el misterio que se encierra en los sótanos de la vieja casa donde se hospedará. De ese misterio se desprenderá luego una alucinación en la que tendrá mucho que ver un antiguo firmán (decreto del sultán) que guardaba celosamente la familia, y que unos siniestros personajes surgidos del pozo profundo y oscuro del pasado, pero anclados en un extraño presente, quieren arrebatar.

En medio de todo ello, Sen Senar se recrea en aquel mundo soñado y ahora real ante sus ojos, en aquella Ohrid plácida y brumosa en invierno, bulliciosa y luminosa en verano, cuando se llena de veraneantes. Reproducirá sus propias sensaciones y nos ofrecerá momentos bellísimos y potentes, como cuando asiste a la curación de un cisne herido, con un ala rota, que ha sido llevado a la terraza de la casa donde vive. Y, además, como en un imaginario pesebre, sitúa y describe con gran sensibilidad psicológica a unos personajes que se convierten en prototipos de los habitantes de la Macedonia de hoy, en tránsito desde unos modos de vida aún bastante ancestrales, conservados durante el período de la Yugoslavia comunista, hacia una sociedad moderna y en pleno desarrollo, ejemplarizada por la capital del país, Skopje. Dos mundos paralelos que acaban fundiéndose (o al menos van camino de hacerlo) en la realidad de la nueva Europa. Ohrid, sin embargo, permanece en el imaginario de Stefani Sen Senar como lo que queda del paraíso perdido, como el sueño de una mujer enamorada que se resiste a abrir del todo los ojos.

Soprenden en esta novela la naturalidad con que la autora maneja el lenguaje, un lenguaje rico en matices, elegante y efectivo a la vez, y la madurez con que se enfrenta a un relato complejo, que resuelve eficazmente. Soprende (gratamente) también que un intelectual de la talla de Predrag Matvejevich haya aceptado prologar la obra para poner de manifiesto el talento con que la autora ha sabido sortear las "trampas" en que se suele caer en este tipo de novelas: la cursilería del exotismo, el folklore de bazar, el "color local" chillón… Como dice Matvejevich, Le Firman es el segundo libro de esta joven novelista. "Desde la aparición del primero, Racines barbares", afirma, "hay quien ha visto en ella a 'una Françoise Sagan de los Balcanes'. El paralelismo me parece que se debe sobre todo a su edad. La diferencia entre Bonjour Tristesse y Le Firman es de otra naturaleza. Stefani Sen Senar es, en realidad, más madura que precoz. Cuando uno se aproxima a ella, descubre más malicia que inocencia; una malicia alimentada por la inteligencia". Por su parte, el escritor serbio Vidosav Stevanovic la ha comparado con "una Marguerite Yourcenar eurobalcánica"; alguien ha descubierto en ella el influjo de Tahar Ben Jelloun… Es preferible, sin embargo, prescindir de las siempre inútiles y engañosas comparaciones y otorgarle a la autora una personalidad propia, que con seguridad marcará sus próximas obras. Sin compararla con nadie, el prestigioso poeta y narrador francés Robert Sabatier ha escrito, después de haber leído otra novela suya, Racines Barbares ('Raíces bárbaras'): "Me ha interesado el tono de este libro, por sus acentos de sinceridad y por el perfecto flujo de su estilo". Comparto plenamente esta afirmación.

Alabado por la crítica francesa y de otros países, Le Firman se ha publicado tambien en macedonio y está previsto que aparezca en edición búlgara a principios del año 2007. La edición original francesa está ilustrada con unos magníficos dibujos del artista macedonio Kolé Manev.


Stefani Sen Senar: Le Firman
Prefacio de Predrag Matvejevitch
Con 8 ilustraciones en blanco y negro de Kole Manev

Dorval Éditions, Jargeau (Francia), 2006

196 pp.
Esta novela había sido nominada en la categoría Cultura para el Grand Prix Newropeans for the European Democratisation 2006.



Esta reseña fue publicada originalmente en NewropMag el 10 de abril de 2007.


7 comentarios:

  1. Obrigado pelo convite, muito bonito seu blog.
    parabéns.
    http://www.cacosdeletras.blogspot.com

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  2. Geraldo, gracias por su amable comentario y por haberse añadido a los seguidores de este blog. Yo también voy a seguir el suyo.
    Saludos cordiales desde Barcelona.

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  3. Que interesante la exhaustiva reseña de este libro que nos traslada a esa desconocida tierra Macedonia. Te agradezco haberme presentado a Sen Senar, autora que no conocía. ¿Esta traducido al español?. Un cordial saludo

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  4. perdona pero no se adjuntar mi cuenta de wordpress. Te la dejo por si te apetece visitar mi blog. Otro saludo
    http://conchahuerta.wordpress.com

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  5. Concha: gracias por haberte interesado por este blog y haber leído la reseña de "Le Firman". La novela no está traducida al castellano porque la autora no ha encontrado editor aquí. En cambio, se tradujo al macedonio y al búlgaro. Si no lees francés, lo tienes difícil...
    Saludos cordiales.

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  6. Hilda Hilst es una poeta impresionante. Una mujer apasionada.
    Completo blog. Preciso y extendido hasta su justa medida; para seguir nosotros lo que resta de camino. Felicidades.

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  7. Casagrimaldi: Agradezco profundamente tus palabras, con la satisfacción de constatar que lo que hago es apreciado por personas como tú. La cultura, pese a su decadencia en este mundo globalizado, no agoniza...
    Saludos cordiales.

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