miércoles, 30 de junio de 2010

Seis poemas de Tomas Venclova

Traducción del lituano de Pietro U. Dini y Albert Lázaro-Tinaut


Un rincón de Klaipėda, la ciudad natal de Tomas Venclova.
(Foto © PicsDigger)

La baigneuse [1]


Quién sabe si fue vida o no fue vida,

pero me ilumina en la estrecha orilla

un reflejo bruñido de agua hendida,

una barca, un romo arado, labra el canal

y yace la ciudad, desde los puentes

hasta las techumbres goteantes

como un fruto partido en dos


sobre el cristal fangoso. Frescas encrespaduras

(mejor diría silencio) baten con terquedad
la orilla. Una ola arrolla un anónimo jirón
de laguna. Celestes telas cortan sesgadamente
ladrillos mohecidos. Oscurece el color,

y está Guardi en la retina, espetado por el viento.


Calli, campi, campielli. Una piedra atezada,

en las arcadas, un húmedo carácter lagunar,

cielos de rancios siglos. Una Clío cegada

no percibió estos muros, ajados por los limos,

agua alta y gravedad terrestre. Los cimientos

se hunden sin apremio en el quieto elemento


y la ciudad vadea el espacio. Sube hasta las calles

de fachadas de mármol, con vahos de podredumbre
y malolientes légamos, una cálida espuma de mar,

y en lo alto, donde apenas alcanza la mirada,

un león blanco con el más sabio de los libros,

henchido de compasión por los muertos y los vivos,


mas la revelación le es confiada a él, y no a nosotros,
aquélla a la que obedece la duración del tiempo

y de todas las formas, del ángel al trilobites,
y la concha incrustada y ahusada en el frontón,

y la isla, donde la hierba recubrió los huesos

en espera de la mañana sin alba del Señor.


El siroco raspa los resquicios de los muros. Oculta

el rostro tras una máscara (un rostro que no es), arroja

la acritud oscura de la cúpula y el cobre de las veletas.

Nada la ciudad en el fondo primigenio, donde reina

una fauna acuórea y viscosa:

rayas, platijas, ascidiáceos, frutti di mare.


Una copa de vino, al anochecer, en la taberna.

Más allá de la plaza, el monocromo e inclemente

abismo, que resiste en las tinieblas de los párpados,
arca nupcial, templo anguloso; las campanadas

sobrecogen la cúpula, y la mano asida a otra mano,

tensa, es capaz de aniquilar al dolor y al tiempo.


[1] Se habla aquí de la ciudad de Venecia (nota del autor)
.

La baigneuse
Kas žino — gyvenimas buvo ar ne, / bet siauroj krantinėj nutvieskia mane / suardyto vandens sidabruojantis gaisas, / valtis plėšia kanalą buku noragu, / ir nuo tiltų lig pat šlakuotų stogų / miestas guli nelyginant skylantis vaisius // ant supurvinto stiklo. Prėski ribuliai / (ar tiksliau pasakius, tyla) atkakliai / daužo bortus. Šešėlis įveikia bevardę / marių skaiutę. Kerpėtas plytas įstrižai / kerta mėlynos drobės. Tamsėja dažai, / ir tinklainėje — vėjo persmelktas Guardi. // Calli, campi, campelli. Pajuodęs akmuo, / arkatūroje drėgnas lagūnos rašmuo, / kito šimtmečio dangūs. Apakusi Clio / pražiūrėjo šiuos mhrus. Jiems gresia tiktai / dumblas, potvynis, žemės trauka. Pamatai / neskubėdami grimzta į taikią stichiją, // miestas braido erdvėj. Ligi kelių — šiltą / marmurinio fasado ar jūros puta, / atsiduodanti tepalu ir puvėsiais, / o aukščiau, kur beveik nesiekia rega, / baltas liūtas su išmintingiausia knyga, / pilnas gailesio mirusiems ir gyviesiems, // nes ne mums, o jam atverta ištarmė — / ta, kuriai paklūsta sekundžių trukmė, / visos formos, nuo angelo lig trilobito, / aptrupėjus dygi frontono kriauklė / ir sala, kur kaulus apklojo žolė, / laukdama neišauštančio Viešpaties ryto. // Sienų mezginius drasko scirocco. Šutra / dengia veidą kauke (nors veido nėra), / temdo kupolo žvyną ir vėtrungi¨ varį. / Miestas plaukia pirmykštėn gelmėn, kurioje / karaliauja slidi vandenų gyvija — / plekšnės, rajos, ascidijos, frutti di mare. // Vyno stiklas kavinėje, pavakary. / Už aikštės monochromiška, atšiauri / praraja, bet vokų tamsumoj išsilaiko / daugiabriaunė šventovė, nei kraičio skrynia, / kūjai virpina skliautą, ir delnas delne / įsitempdamas persveria skausmąir laiką.


Comentario

Lo primero, aunque cueste, es venerar la lengua;

humillada en los renglones de la prensa, en falsas necrológicas,
en sombrías alcobas asfixiantes, en delaciones, en el griterío del
mercado,

en las trincheras, en esquinas malolientes, en infames teatruchos,


en interrogatorios y en paredes de urinarios.

En edificios grises donde alambradas de acero custodiaban
un sinfín de escaleras, donde ya no es el hombre, sino el tiempo,

quien determina cuándo debe llegar el momento de la muerte;


deshilachada, ronca y torpe por el bullicio

y la rabia. Venerar, pues, la lengua,

exiliada en la tierra con nosotros, de manera

que incluso en ella encuentra su reflejo,


el verbo originario, engendrado en otros universos.
Nos fue dado para distinguirnos de la arcilla,

la palma y el tordo, y tal vez, por qué no, de los ángeles,

para entender mejor las cosas al nombrarlas.


Aquellos que esperan recuperar el espacio perdido

purificando la lengua han de tener muy en cuenta

que el fracaso les acecha en cada esquina. Porque sabido es

que las puertas se van alejando cuanto más te aproximas a ellas;


el don compensa la pérdida; lo construido

pronto será un montón de ruinas. Y jamás llegarás a un paraíso extranjero

–porque muchos son los paraísos–. Quien un día lo alcanza

borra sus propias huellas y no tarda en extraviar la llave.


Dicen que no eres más que un instrumento. Te dicta

una fuerza que, si pudieras ver, te dejaría ciego.

No es así, exactamente. Subes en sueños la escalera de Jacob,

a tientas, gastando fuerzas que no tienes, sin red que te proteja,

esperando que alguien te acoja –o no–, allá en lo alto. Tal vez

se ponga de tu lado, y él mismo ordene las palabras,

cambie una vocal, precise la sintaxis, el calificativo.

Pocas veces ocurre, pero puede ocurrir,


y entonces sientes que aquello que has creado está bien,

porque las letras fluyen por el folio como el légamo en el río,

y de pronto aparece el matorral, la ribera y la ciudad tras ella.
Y es mejor que no sepas quién lo leerá (si al final es leído).


Komentaras

Pirmiausia, nors tai ir sunku, mylėti kalbą, / pažemintą laikraščių skiltyse, melo pilnuos nekrologuos, / tvankių miegamųjų tamsoj, skundiko mašinrašty, turgaus riksme, / apkasuos, palatų dvoke, trečiaeiliuos teatruos, // tardytojų kabinetuos, ant išviečių sienų. / Pilkuos pastatuos, kur laiptinės dugną sergi / plieniniai tinklai, idant ne žmogus, bet amžius / parinktų mirksnį, kada bus leista numirti; // beveik suirusią, kimią, prišnerkštą triukšmo / ir įniršio. Taigi, mylėti kalbą, / nutremtą žemėn drauge su mumis, kadangi / net ir tada joje atsišviečia // pirmykštis žodis, užgimęs tarsi kitokioj visatoj. / Jis buvo duotas, kad mus atskirtų nuo molio, / palmės ir strazdo, gal netgi nuo angelų, / ir mes vadindami aiškiai suvoktume daiktus. // Tie, kas bando sugrįžti į prarastą erdvę, / apvalydami kalbą, turi suprasti, / kad beveik tikrai pralaimės. Nes durys, / kaip žinoma, tolsta greičiau, nei prie jų artėji; // dovana prilygsta netekčiai; kas pastatyta, / bus nedelsiant sugriauta. Taip pat neį žengsi / į svetimą rojų (nes rojų gausu). Jį pasiekęs / nutrina savo pėdas ir pameta raktą. // Sako, esi tik į rankis. Tau diktuoja / galia, kuriai pažvelgęs į veidå apaktum. / Nevisiškai taip. Jokūbo laiptais tu lipsi sapne, / apgraibom, įtempęs jėgas, kurių neturi, neapsaugotas tinklo, // kol kažkas viršuje pasveikins (o gal nepasveikins). Kartais, / pastūmęs tave į šalį, jis perstato porą žodžių, / pakeičia balsį, patikslina sintaksę, laipsnį. / Tai būna itin retai, bet vis dėlto būna, // ir tada junti, kad tai, ką sutvėrei — gera, / nes raidės plaukia lapu, nelyginant ižas / upe, ir staigiai ryškėja krūmas, krantinė, miestas. / O kas tai skaitys (jei iš viso skaitys), tau nedera netgi žinoti.


Instrucción [1
]

Apenas una hora de vuelo. El aduanero

deja pasar, apático: observa atentamente el pasaporte

–la única carta del juego que no tendrá fin–

y asiente con un gesto de su mano. Así es, en un año,

en un mes o un minuto pueden cambiar mucho las cosas:

es el riesgo, aunque mínimo. Las casitas de paredes rosadas

de los tiempos de Mayerling [2]. Es fiesta. En las ventanas

los mismos retratos exhibidos un año y otro. Banderas y consignas.

Es el mejor momento para venir a estos países: el gobierno no está

en la ciudad, cerraron los archivos, el guardia ya esta harto

de darle al botón; es probable que en las cárceles

queden sólo dos o tres subalternos, demasiado

imbuidos del deber. Hoy el piloto [3]
sobrevuela a sus anchas esa tierra más rica de uranio y de acero

que de trigo; hoy mismo aterriza en la ciudad a la que tú,
probablemente, jamás habrás de regresar. Es más audaz, sin duda.
Noviembre, oscuros bulevares, más allá de los pórticos algo se oculta,

innegablemente, como en sueños. Al final ese sueño se revive.

Un monte entre la niebla, pero no hay que subir hasta su cumbre.

Aquí parece único. Vastas llanuras se extienden hasta el Dniéper,

hasta el Ural y se prolongan hasta el Gobi. ¡Después del puente gira a la derecha!

Te acompañarán la soberbia de cristal ahumado, atenuadas linternas,

recintos de estilo Sezession y antiguas mezquitas. Muy pocos transeúntes.

Para ellos tú eres invisible. Hace días que llovizna.

Un valle, un gran valle, como el fondo de una irreal laguna.

Caracoles de piedra encima de las puertas; pulpos y ninfeas
en las cornisas; incluso el río, tan gris, es un molusco
sin valva.


No terminó y no terminará. Una mujercita frágil de aspecto rústico

vende flores. Le bastará que alguien le compre un clavel.

Ese alguien no anda lejos. Junto al monumento [4] están siempre aquellos

cuyo deber es confiscar las flores. Pero hoy es fiesta.

Ellos también tienen derecho a descansar. Treinta años atrás, por estas fechas,

en la plaza se reunieron (¿mil?, ¿dos mil?; tal vez ni siquiera cinco mil),

algunos con claveles en la mano, otros es muy probable que sin nada.

Lo que ocurrió está escrito en muchos libros.

Para poder leerlos, no había más remedio que abandonar la patria.


A veces se tropieza con piedras astilladas

en la costra mellada del granito, en la esquina gastada de un inmueble,

mas al cabo de tantos, tantos años, resulta difícil deambular sin guía.


Del hombre de la plaza, la verdad, poco sé:

“pegados los brazos a la coraza”, “caerán los muros de Jericó”,

“lejos, lejos”. Tal vez los versos más hermosos del mundo.

Masón y artillero. Cojo de rostro adusto.

Labguvá. Ostrołęka, Wola, Temesvár.

Más són las batallas perdidas que las ganadas.

Abrazó el islam y murió de fiebres en Alepo.


No pasa nadie. Deposita un clavel a sus pies,

que el mundo, como estrella, venza su gravedad y se incline ante él.

El continente se hunde en el valle, el valle en la brumas urbanas,

las brumas urbanas en la plaza, la plaza se entrega al monumento.

El clavel es el centro de todo, hecho únicamente de neutrones.

Y cuando pases de nuevo por allí, al cabo de dos horas,

permanecerá todavía encima de la piedra. O así parecerá.


Enajenado gesto. Lo has esperado durante treinta años.

Has cambiado de tierra, de destino, de amigos, pero lo has conseguido.

La gente, entonces, recogida en la plaza (no cupo todo el mundo)

esperó todo un siglo. Más aún: fueron ciento ocho años. ¡Qué podían hacer!

Estas tierras tan llanas, las estepas, la niebla, avezan a la espera.


[1] Se habla de un viaje a Budapest, desde Viena, durante la conmemoración, en 1986, del aniversario de la Revolución de Octubre (y de la revuelta húngara de los años treinta). Se cita al poeta polaco Cyprian Norwid (nota del autor).
[2] Mayerling es un lugar vinculado a la dinastía de los Habsburgo (nota del autor).
[3] Piloto: se refiere a la hazaña de Matthias Rust, que aterrizó con su avioneta en la Plaza Roja de Moscú (nota del autor).
[4] Se refiere al monumento al general Jósef Bem, que participó en la revolución húngara de 1848; junto a aquel monumento emprendieron la acción los revolucionarios de 1956 (nota del autor).

Instrukcija
Skridimo mažiau nekaip valanda. Pasienietis / praleidžia be vargo: neskubėdamas peržvelgia pasą / (vienintelę kortą žaidime, kuris nesibaigs) / ir pamoja ranka. Žinoma, daug kas gali / pasikeisti po metų, mėnesio ar po minutės: / rizika, nors ir nedidelė. Rusvo mūro lindynės / iš Mayerling'o epochos. Šventė. Portretai languos, / nematyti jau gerą dešimtmetį. Vėliavos, šūkiai. / Geriausias laikas šiuose kraštuose: valdžia išvykus už miesto, / užrakintos bylos, budintysis tingi pirštu / paliesti diską; tikriausiai kalėjimuos / lieka du trys prižiūrėtojai, ypač pamėgę / savąjį darbą. Šitokią dieną lakūnas / nenumuštas perskrenda žemę, kurioje urano ir plieno / žymiai daugiau nei grūdų; šitokią dieną jisai nusileidžia mieste, / į kurį tu tikriausiai negrįši. Tiesa, jis drąsesnis. / Lapkritis, tamsūs bulvarai, už arkų kas nors būtinai / slepiasi, tartum per sapną. Iš viso tai primena sapną. // Kalnas migloj, bet į kalną kopti nereikia. / Čia jis, rodos, vienintelis. Lėkštos lygumos plyti / lig Dniepro, paskui lig Uralo ir Gobio. Už titlto pasuk dešinėn. / Tave palydės apakusio stiklo puikybė, užgesę žibintai, / secesinės aptvaros, senos mečetės. Praeiviū nedaug. / Tu lieki nematomas jiems. Jau kelintą dieną lynoja. / Slėnis, didelis slėnis, tarytum lagūnos dugnas. / Akmeninės sraigės virš durų; aštuonkojai ir jūrų lelijos / karnizuos; net upė pilka nei moliuskas, / išlindęs iš kiauto. // Nesibaigė ir nesibaigs. Moteriškė sodietišku veidu / prekiauja gėlėm. Užtenka vieno gvazdiko. / Čia jau netoli. Paprastai prie paminklo budi / tie, kurių pareiga — konfiskuoti gėles. Bet juk šiandien šventė. / Ir jie turi teisę į poilsį. Tada, prieš trisdešimt metų / aikštėje susirinko (tūkstantis? du? Penki turbūt nesutilptų) / kai kurie su gvazdikais, kiti greičiausiai be nieko. / Kas buvo toliau, aprašyta daugybėje knygų. / Kad galėtum skaityti tokias knygas, turėjai palikti tėvynę. // Vietomis gal pasitaiko įskilęs akmuo, / išvarpyta granito plokšmė, nukirstas pastato kampas, / bet po tiekos metų sunku susivokti be gido. / Apie žmogų aikštėj, tiesą sakant, žinai nedaug: / „sunėręs rankas ant šarvo“, „sugrius Jerichono mūrai“, / „tolin — tolin“. Galbūt geriausios pasaulyje eilės. / Masonas, artileristas. Šlubis apsvilintu veidu. / Labguva, Ostrołęka, Wola, Temesvár. / Mirė drugiu Aleppo mieste, priėmęs islamą. // Nei vieno praeivio. Padėk gvazdiką prie kojų, / kad pasaulis sukniubtų tarytum žvaigždė, įveikta savosios traukos. / Žemynas griūva į slėnį, slėnis į miesto miglas, / miesto miglos į aikštę, aikštę į paminklą. / Viso ko centras — gvazdikas. Sunkus, iš vienų neutronų. / Kada po dviejų valandų eisi pro šalį, / jis dar gulės ant akmens. Ar bent taip atrodys. // Beprasmis gestas. Tu jo laukei trisdešimt metų. / Pakeitei kraštą, likimą, draugus, bet pasiekei savo. / Žmonės, tada susirinkę aikštėj (ne visi jie grįžo namo), / laukė šimtmetį. Netgi ilgiau: šimtą aštuonerius. Ką padarysi — / šitos lygumos, stepės, migla įpratina laukti.


Hommage to Shqipëria [1]


Aprecia ese cielo desplomadizo del anfiteatro.

El semicírculo rocoso y los rayos como pausas

en el monólogo. La escena poco menos que ideal.

Nos hace señas el parásito de la más celebrada

comedia de Plauto. Una vez estuvo aquí Epidamnos,

en este pobre país, tan realista ahora.


Lo que queda: papel de estraza en la palma de la mano

con el perfil de un monte y dos palabras: pesë lekë [2]

y una locomotora negra que existe sólo, al parecer,

en los billetes de banco. Luego ventanas huecas y podridas,

paja en las pestañas del camino y la sombra de un búnquer

junto a la giba parda y deslucida de un asno.

En la hondonada donde flamea el Flegetonte

rompen el espejo lampiños oteros armados.

Europa, digámoslo así, es un sistema solar

(oscilaciones de planetas, eco de conjunción de esferas)

y este país, aun siendo ardiente, resulta ser Plutón,

refugiado en la brecha y el silencio.


Se está bien aquí, donde yo no estoy. Me aferro una vez más

a esta sentencia. Los granados no han madurado
y se han malogrado las milgranas. He sobrevivido

a tres dictadores y a otros tres vi a prudente distancia

en el exilio. Pero el que medra aquí es digno
de seis o siete como él. Parece haber dado portazos


acá y acullá. Crujen los cristales bajo los pies.
Las huellas de metralla son como iris pútridos

en calaveras de marcianos. La malla del refugio

se clava en la caliza para que las generaciones del futuro
recuerden que esto nunca será paraíso o purgatorio,

ni aire, ni agua, pero sí, al menos, será fuego.


A la hora del ocaso, al olfato remilgado llegarán
indolentes efluvios de basura, heces, rakia [3] y ratas.

La constelación crepita bajo un hilo de ceniza.

¡Cómo susurran las muertas y blancuzcas hojas del acanto!

¡Cómo atrae el vacío! Pide prestado el peso

de los cuerpos y madura quedamente en el espacio.

Sobre el árido mármol se pudren cáscaras de fruta

y se dibuja el perfil del viejo cómico

en el humo del tabaco. Escucho en sueños:

“Donde hubo rebalse es donde insiste el panta rhei:

y nadie sabe, ni siquiera Dios, lo que conviene.

Para vino, un dólar. Para un aforismo se requieren dos”.


[1] Composición dedicada a Albania, el más pobre y aislado de los estados poscomunistas. La ciudad de Durrës (Epidamnos), que conserva los restos de un anfiteatro romano, es el lugar donde se desarrolla la acción de la comedia Menaechmi (‘Los gemelos’) de Plauto. Uno de sus protagonistas, llamado Peniculus (en la traducción lituana, Šepetis), aparece en la primera estrofa del poema, y en la última se parafrasea a Heraclito y Sócrates (nota del autor).
[2] En albanés, ‘cinco leks’. El lek es la unidad monetaria de Albania (nota de los traductores).
[3] Aguardiente característico de los Balcanes (nota de los traductores).

Hommage to Shqipëria
Įvertink dūbsantį amfiteatro dangų. / Uolinis puslankis — ir stipinai, lyg pauzės / monologe. Scena beveik ideali. / Mums moja veltėdys iš Plauto protingiausios / komedijos. Kadais čia būta Epidamno — / šioj vargšėj, pernelyg tikroviškoj šaly. // Jos liekana — delnuos įplyšęs popierėlis / su kalno kontūru, dviem žodžiais pesë lekë / ir juodu garvežiu, kuris, berods, tėra / banknotuose. O šiaip — tušti langai, suplėkę / šiaudai šaligatviuos ir bunkerio šešėlis / ties asilo ruda įdiržusia kupra. // Užuovėjoj, kame liepsnoja Flegetonas, / suskaldo veidrodį pliki ginkluoti šlaitai. / Europa, tarkime, tai saulės sistema / (planetų virpesys, aidingi sferų saitai), / o ši šalis — kaitrus, bet vis dėlto Plutonas, / kurio gyvenvietė — spraga ir tyluma. // Ten gera, kur manęs nėra. Kelintas kartas / stveriuos to priežodžio. Granatai neprinoko, / granatos pernoko. Aš pergyvenau tris / diktatorius, o tris regėjau iš saugoko / atstumo tremtyje. Tačiau čionykštis vertas / šešiųar septyni¨. Jis užtrenkė duris // sakytum, į visur. Po padais grikši stiklas. / Kulkosvaidžio anga, nei perpuvus gyslainė / marsiečio kaukolėj. Slėptuvių rezginys / įstrigo klintyse, idant atmintų ainiai, / kad niekad nebebus nei rojaus, nei skaistyklos, / nei oro, nei vandens, o bus nebent ugnis. // Arčiau saulėlydžio lepi uoslė nenoriai / užčiuopia sąšlavų, rakijos, žiurkių kvapą. / Žvaigždynas sukrebžda po peleno gija. / Kaip šlama negyvi, balti akanto lapai, / kaip gaudžia tuštuma! Ji skolinasi svorį / iš kūnų ir lėtai prisirpsta erdvėje. // Ant sauso marmuro boluoja vaisiu žievės, / ir seno komiko apybraiža skaidrėja / tabako dūmuose. Pro miegą išgirsru: / „Kur buvo sąstingis, ten smelkias panta rhei — / o kas geriau, beje, nežino netgi Dievas. / Už vyną — doleris. Už aforizmą — du”.


Metro de Berlín, Hallesches Tor [1]


Sobre Europa se extiende el invierno. Se encoge y se retuerce

Y se rompe como un cardo, extensión de campos de asfalto.

Su torvo esplendor extravía aquí el espacio. Invierno

Y península de Berlín. Hueso, cartones, cemento.


Se ve un cielo vuelto del revés. Policías patrullando las calles,

Focos azulinos escudriñan sin cesar, sobre el muro serpentean alambradas.

Un vacío sin norte ni destino. Ningún ovillo de lana nos conduciría

A ningún otro ser. La nieve bandea alta sobre Europa.


Cuando caminas durante tantos años y tantas millas ya no sabes

En qué orilla fondeará tu nave. Da igual que sea Jericó o Mitte:

Las termitas trabajan con ahínco y transforman las ciudades,

Pero ese sordo rumor nunca suplantará al de las trompetas.


Vuelve atrás y mira el mañana desde el ayer.

He ahí la silueta de un hombre, calado de sucia nieve:

No puede ver cómo se arrastra, lento, por la Hallesches Tor

Un vagón de cartón llegado de más allá de cualquier lugar.


[1] El metro del Berlín occidental recorría el límite entre el territorio berlinés del Oeste y del Este. La Hallesches Tor, o Puerta de Halle, és una de las primeras estaciones a las que se llega cuando se entra en la parte occidental de la ciudad. En este poema se describe un viaje al Berlín Este (una ciudad inaccesible entonces para el autor) y el regreso (nota del autor)
.

Berlyno metro – Hallesches Tor
Virš Europos žiema. Asfaltuotų laukų platuma / Susitraukia, raukšlėjas ir skyla tarytum kaštonas. / Čia erdvė nebetenka grėsmingos puikybės. Žiema / Ir Berlyno pusiasalis. Kaulas, kartonas, betonas. // Matom atvirkščią dangų. Sargai patruliuoja gatves, / Mirksi mėlynos lempos, ant sienos didžiuojasi lopas. / Tuštuma be krypčių. Suvyniota gija neišves / Į kitabūtį. Sniegas plasnoja aukštai virš Europos. // Kai keliauji tiek metų ir myli¨, dažnai nežinai, / Kokį krantą priplauksi. Vis vien, Jerichonas ar Mitte — / Stropiai triūsia termitai, ir keičiasi miestų planai, / Ir kurtus kuždesys niekados neatstoja trimito. // Atsigręžk atgalios ir nuo vakar pažvelk į rytoj. / Ten juoduoja žmogus, įsisunkęs į suterštą sniegą. / Jam nelemta regėti, kaip slenka pro Hallesches Tor / Kartoninis vagonas, pabuvęs toliau negu niekur.


Anno Domini 2002 [1
]

Una estrella desvalida en el cenit, señal de milagro y de invierno.
La ciudad, como un avión, aterriza en la planicie del Año

Nuevo. El recalentamiento global afecta a las torres

como un virus. El llano archipiélago tose y jadea.
La estatua blanquecina, reina de una frustrada partida

de ajedrez, quedó envuelta en una red de fina lluvia.
El Rubicón fue cruzado hace un cuarto de siglo.

Arco vivaz de la mirada, visillos sutilmente corridos.

Una gota dilata la pupila, la inmundicia contamina el paladar.

Tras la esquina se yerguen pasarelas y resplancede un cine solitario.


Subes sin prisas los peldaños de la densa prosa del fin de semana.
Sobre el quicio desgastado de la puerta no hallarás la voz latina salve,
porque ésta no es tu patria. El parquet se doblega y cede como el barro

bajo los pies del fugitivo. La vidriera art nouveau, recién montada,
ofrece desganada a los clientes una gloria rojiza y azulada


en lo alto del bar. Manteles como velas, espejos, cristal, bronce,

falso mármol. Sí, en aquel Cincuenta y dos

(¿cómo lo dijo el poeta?), temeroso y turbado,
te sientas con la copa de vino hasta que unos copos ligeros, fangosos,

pregonan como puntitos que la era zozobra ya en el Mesozoico:


más profundamente aún que entonces. Un humo de muerte inexplicable
ahoga un septiembre negro, y octubre, y noviembre, y diciembre:

no tiene sentido continuar contando. Cubre cientos de bloques

por encima de polvo y vanidades (de ninguna de ambas quedó nada),

de pedazos de acero que parecen papel de celofán.


El calor nos devuelve al origen. Las guerras preceden a la paz,

el agua precede al suelo que pisamos. El hielo derretido en el Ártico

basta para que queden bajo el mar, si no la masa continental entera,

sí al menos este grumo de granito. Y hará falta mucha menos gasolina

para el iris, el músculo, la piel del hombre y de la torre.


El joven que yace en el lecho ascético con la cabeza apoyada en un brazo,

bajo una tienda, en algún lugar, ve en sueños duras pruebas de coraje:

aviones, llamas. Lo creamos nosotros. A él le corresponde sólo

este destino. Es hora de pagar. En medio del humo
resuena en el asfalto y rueda sobre él una ficha del metro


como un sestercio por la lava de Herculano.


[1] Se habla aquí del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, con citas de Auden (nota del autor).


Anno Domini 2002
Beglobė žvaigždė zenite, žiemos ir stebuklo ženklas. / Miestas, tarytum lėktuvas, leidžias Naujųjų Metų / laukymėn. Bokštus krečia globalinis atšilimas / it virusas. Kosti ir šnirpščia lėkštas salynas. / Balsva statula — valdovė iš jau praloštos šachmatų // partijos — įsivėlė į kaustantį dulksmo tinklą. / Prieš gerą ketvirtį amžiaus peržengtas Rubikonas. / Dygus akiračio lankas, primerktos dygios žaliuzės. / Lašas išdidina vyzdį, gomurį teršia drumzlės. / Už kampo, kur styro pastoliai ir šviečia nelankomas kinas, // neskubėdamas nulipi laiptais į tankią savaitgalio prozą. / Ant nudilinto slenksčio nerasi lotyniško Salve, / nes čia ne gimtinė. Parketas linguoja, trupa lyg ižas / po bėglio pėdom. Naujutėlis jugendo stiliaus vitražas / nenoriai aukoja klientams rausvą ir melzganą šlovę / virš baro. Staltiesių burės, veidrodžiai, krištolas, bronza, / netikras marmuras. Taip, toj pačioj Penkiasdešimt Antrojoj / (kaip sakė anas poetas?) įbaugintas, apsvaigęs, / sėdi prie vyno taurės, kol retos purvinos snaigės / kryžiukais ženklina erą, grimztančią mezozojun — // giliau, negu grimzdo tada. Mirties neiššakomas tvaikas / įžeidzia juodą rugsėjį, spalį, lapkritį, gruodį — / toliau skaičiuoti neverta. Jis tvyro per šimtąblokų / viršum puikybės ir dulkių (nei vieno, nei kito neliko) / ir celofano skiautelėm virtusių plieno griozdų. // Kaitra grąžina į pradžią. Karai pirmesni už taiką, / vanduo senesnis už dirvą. Atšilusios Arktikos ledo / gana, kad po mariom dingtų jei ne visi žemynai, / tai šis granito gurvolis. Ir žymiai mažiau benzino / pakanka žmogaus ir boksto rainelei, raumeniui, odai. // Pasibrukusiam kumštį po galva jaunuoliui asketiškoj lovoj, / kažkur palapinėj, sapnuojasi šaunios šaidynės — / lėktuvai, liepsna. Tai mes jį sutvėrem. Jam duotas / tik šitas likimas. Laikas mokėti. Pro dūmus / grindimis žvangėdamas ritas metro žetonas, // lyg sestercijus Herkulanumo lavon.


Estos poemas, en su versión castellana, fueron publicados originalmente en la revista virtual argentina Prometheus (Año IV, núm. 25) y en Liburna, revista de la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir” (núm. 1, 2008, pp. 145-154).

23 comentarios:

  1. Felicitaciones amigo por tu buen trabajo un post maravilloso.
    Un abrazo de MA para ti, te invito a visitar mi blog.
    Mil gracias.

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  2. Bellos y sobrecogedores poemas.
    Gracias por dárnoslos a conocer.
    Un abrazo

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  3. MA: Gracias por tu nuevo comentario. Me alegro de que este post te haya gustado.
    Visitaré con gusto tu blog.
    Saludos cordiales.

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  4. Mercedes: Te agradezco que hayas apreciado estos poemas. Venclova es uno de los mayores poetas vivos de Europa, pero el hecho de que escriba en una lengua periférica (el lituano) lo aleja del gran público. Por eso me gusta hacer estas contribuciones para dar a conocer las literaturas menos próximas.
    Un saludo cordial también para ti.

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  5. Vengo desde el Sur, donde la latitud se convierte en hielo y acudo y celebro tu invitación sincera.
    Encuentro el calor de autores de otros frios balcanicos, y me imanto en esos corazones que transmutan vida luego de una comunión de sufrimientos!

    Gran bitacora, atrae como un sonar sirenio y vale descansar un tiempo con seres manantiales de inconcientes colectivos ...Gracias.
    Dignos ensayos y críticas intensas con pureza de lenguas.

    Mis mejores deseos de continuidad para ti y tu exaltada virtud reflexiva.

    Gracias por los poemas...
    Leer sus imagenes es viajar por el alma del infinito...

    Muchas gracias.

    Un abrazo.

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  6. Muchas gracias, indianala, por ese comentario tuyo que llega de las ahora frías tierras australes. Me halagan tus palabras y me dan aliento para proseguir en esta tarea, mucho más apreciada de lo que sospechaba. Serás bienvenida a este espacio virtual siempre que desees entrar en él y recorrerlo.
    Un abrazo cordial.

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  7. Realmente un trabajo expléndido. Requiere tiempo y dedicación la lectura de esta entrada pero ha valido mucho la pena.El poema que habla de Venecia lo he disfrutado más con la relectura, cuando he sabido que hablaba de la ciudad, el titulado comentario es exquisito, la última estrofa, genial, el de Albania, triste y árido, el del 11 de septiembre el final es impactante.
    Mis felicitaciones.

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  8. Muy bueno tu esfuerzo en dar a conocer estos poemas, loable tu trabajo y los poemas bellos.

    Un abrazo

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  9. José Antonio: Te agradezco mucho los comentarios, que demuestran una lectura atenta de los poemas. Eso es lo que más recompensa el trabajo, que sin buenos lectores carecería de sentido. Espero ofrecer muestras de otros poetas de esos ámbitos geográficos para que puedan llegar a los nuestros y personas como tú los aprecien.
    Saludos cordiales.

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  10. Sergio: A ti también te quiero agradecer la visita a este blog y la lectura de los poemas de Venclova desde tierras mexicanas. Aprecio mucho tu comentario que, junto con los otros que he recibido, es una gran recompensa para mi esfuerzo de traducción.
    Te saludo cordialmente.

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  11. Hola,
    Aunque normalmente no leo mucha poesía y mi desconocimiento sobre el idioma de origen es nulo, he podido apreciar la musicalidad y la belleza de estos poemas. Gran esfuerzo en la traducción, seguramente, gracias por compartirlo.
    ¡Un saludo!

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  12. Gracias a ti por tu comentario, Sonia, y por haber apreciado estas traducciones.
    Tu blog está muy bien, me ha gustado lo de los lagartos y la franqueza con que has contestado a la "encuesta".
    Espero que vuelvas por aquí de vez en cuando: siempre serás bienvenida.
    Saludos cordiales.

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  13. Gracias por enviarme la invitación a visitar esta página.
    Me gustó los poemas que he encontrado aqui.
    la poesia es el lenguaje universal de todos los sentimientos.
    Un beso

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  14. Este post es maravilloso, sensillamente perfecto

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  15. No tengo idea como llegó el mail de contacto a mi casilla de correo, pero es un placer que haya ocurrido. Un saludo y sigo leyendo, señor viajero de los mundos y de las letras.

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  16. MALU: Muchas gracias por tu visita a este blog y por tu comentario.
    Un saludo cordial.

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  17. CAMILA: Tus palabras son muy gratas y halagadoras, y compensan con creces el esfuerzo de traducir estos poemas. Gracias por haberlas escrito y, por supuesto, por haber visitado este blog, en el que espero que encuentres en el futuro nuevas satisfacciones.
    Saludos cordiales.

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  18. MA THET ZIN: Thank you very much for your kind comment.
    Best regards from Barcelona.

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  19. Un escrit magnífic, com acostumes.
    Gràcies per compartir.

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  20. Moltes gràcies a tu, Joana, per haver-te'n interessat i per les paraules que em deixes.
    Salutacions cordials.

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  21. Muchas gracias por contestar a mi comentario.
    Buena suerte con su blog.

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